"Tres moricas m´enamoran en Jaén,
                  Aixa, Fátima y Mariem
 
                  Tres moricas tan garridas,
                   fueron a coxer "olivas",
                   y encontráronlas coxidas en Jaén
                   Aixa, Fátima y Marien.
                   - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -
                   (Romance anónoimo)
                              oooOooo
 
Las tres moricas se encaminaban a Jaén cuan-
do se encontraron a Florián, Florín y Florestán,
tres fornidos labriegos de buena planta.
Preguntáronle a las mozas que qué hacían por aquellos pagos. A ello,les respondieron que iban a coger olivas a Jaén.
 
--Pero, no necesitais ir hasta allí para cogerlas -- dijo Florián. Muy cerca de aquí se
encuentra un olivar grande del que podéis tomar
todas aquellas que queráis--
 
--No son esas la clase de olivas que nosotras buscamos-- contestó Mariem entre risas.
 
--Venid con nosotros hasta el olivar que, tal vez
allí, con nosotros, encontréis las que buscáis--
contestó Florestán, tambien con risas.
 
Se animaron las moricas a seguir con aquellos
simpáticos galanes hacia donde ellos decían.
 
El corto camino hasta el olivar, lo aderezaron
con bromas y requiebros. Los ojos de los hombres brillaban iluminados por la belleza de
las jóvenes. Tampoco ellas parecían indiferentes al gracejo y la apostura de los hombres.
 
Una vez en el olivar, Florín sacó de su zurrón
nueces, almendras, jamón y pan que ofreció a las muchachas. Florestán aportó una gran bota de vino.
 
Sentáronse sobre el suelo y dieron buén fin de
todo.
 
Poco a poco, ellos fueron tomando confianza para acercar sus manos a los cuerpos morenos
de las muchachas. Con risas y mohínes, ellas
se dejaban tocar o no: se dejaban cercar, se alejaban, corrían o caían al suelo como cansadas.
 
Los hombres, enardecidos, cada vez eran más osados en sus intentos:  una mano a un pecho;
otra a las caderas........
 
Ellas se reían pero no  permitían incursiones a lugares más recónditos y secretos de sus cuerpos.
 
En el paroxismo de su deseo, los jóvenes hacian esfuerzos por tumbarse junto a  ellas sin éxito alguno.
 
Ellas forcejeaban entre risas y protestas
Enfurecidos y ardiendo, los jóvenes no cejaban en su empeño: ora arriba, ora abajo, cada uno a su manera trataban de reducirlas.
 
Poco a poco, pese a la negativa de las mozas, más fingidas que reales,los tres hombres consiguieron sus propósitos.
 
A esas alturas, las ropas de ellas se encontraban alborotadas y mostraban de sus cuerpos más  de lo que la decencia permite.
 
Cada uno de ellos sujetó a su presa y, enardecidos por la vista de muslos y traseros desnudos, ante la negativa de las moricas  a
acceder a sus deseos, como si se hubieran puesto de acuerdo misteriosamente, al unísono,
comenzaron a darles fuertes palmadas en sus culos y piernas con frenesí creciente.
 
Ante éste ataque, Aixa, Fátima y Mariem se defendieron con uñas y dientes no con mucha firmeza. Gemían, se quejaban sin que a los muchachos pareciera importarles lo más mínimo.
 
Tras un buen rato de lucha, ellas, con risas ahogadas y, mirando pícaramente a los muchachos, dejaron de defenderse y, una tras otra, se tumbaron boca abajo. Ante tal invitación, ellos recomenzaron la azotaina con verdadera dedicación y no pararon ni cuando aquellos morenos y atractivos culos estuvieron de un color rojo subido. Aún pasó un tiempo para que pararan de palmear aquellas glorias de nalgas.
 
En tanto, Aixa, Fátima y Mariém aceptaban el castigo entre gemidos, risitas y miradas burlonas hacia sus castigadores que no cejaban en su misión. Ellas se miraban con gestos de complicidad.
 
Llegado un cierto momento, Florín comenzó a acariciar las nalgas de su víctima, a besarla en el cuello, en la boca y en los pechos que, para entonces, ya asomaban por su escote.
A él le siguieron sin tardanza Floreán y Florestán.
 
Los besos y las caricias se sucedían sin cesar.
Ellas participaban en el festín devolviendo cada beso y cada caricia.
 
No tardaron Floreán, Florín y Florestán en tomar posesión del tesoro de Aixa, Fátima y Mariém.
 
Durante algunas horas, todos se alimentaron de los frutos del amor. De tanto en tanto, volvían
los azotes ante el regocijo de todos.
 
Este romance que empezó como anonimo acabó con nombres propios y de forma diferente a como el autor lo pergeñó.
 
Por fín Aixa, Fátima y Marien consiguieron las olivas que  deseaban sin necesidad de llegar a Jaén.
 
En Madríd, a 19 de Abril de 2005.
 
JANO.
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