Espanhol

Escrito por: Pierre



Susana no es su verdadero nombre. Lo utilizaré para proteger su vida privada.

Así fue mi primer encuentro con ella.

Un día, consultando el tablón de anuncios de un sitio especializado, encontré el anuncio de una joven mujer que expresaba un ardiente deseo de ser azotada. Mi primer reflejo fue de no creermelo y de sospechar un fraude (en el pasado fuí engañado varias veces por anuncios de este tipo). A pesar de todo contesté, sin mucha convicción. Era un sábado por la noche.

El domingo por la mañana consulté mi buzón de correo, y ví que aquella misteriosa señorita me había contestado. En los días siguientes intercambié con ella varios e-mails en los que expusimos nuestros gustos respectivos en materia de azotes. Transcurrido un cierto tiempo nos citamos en un "chat". Fue en el transcurso de esa primera cita virtual cuando me dí cuenta que Susana parecía tener mucha prisa en concretizar su viejo deseo de recibir una buena azotaina. Tanta impaciencia me sorprendió. Quise comprobar hasta que punto estaba dispuesta a ir y le propuse una cita real para el mismo día. Inmediatamente, contestó que sí. Es más: insistió en venir directamente a mi casa.

Y unas horas mas tarde, me encontré con esa chica que no conocía en absoluto y que venía a mí sin manifestar ningún tipo de timidez para ser azotada por vez primera.

Tenía unos treinta años, era morena con pelo corto y bajita. Enseguida me indicó que prefería la posición clásica, tumbada a través de mis muslos. No me dí prisa. Le bajé lentamente sus pantalones cortos y la sentí estremecerse. La tumbé sobre mis rodillas y comenzé a pegarla. No conocía sus limites y empezé propinandole muy ligeros manotazos, por encima de sus bragas. Su reacción fue de lo más sorprendente: se echó a reir.

Un poco turbado le pregunté lo que le pasaba. Ella me dijo: "mira, que yo quiero una azotaina de verdad".

No podía negarme y aumenté la dosis. Entonces sentí que empezaba a pasarselo bomba mientras mi mano se abatía repetidamente y con violencia sobre sus nalgas. Al mismo tiempo comprendí porqué, durante nuestros intercambios por internet, ella me había preguntado si yo era un hombre de fuerte complexión: a ella le gustaba moverse como una furia durante los azotes, patalear e intentar por todos los modos escapar al castigo. Yo necesitaba emplear mucha fuerza y energía para retenerla, volver a posicionarla sobre mis muslos y seguir aplicando los azotes sobre ese bonito trasero que se ofrecía a mí. Aquel día fue el inicio de una larga relación.

Entre las sesiones, solemos encontrarnos en los "chats" de internet. Entonces nos abandonamos totalmente y nuestra imaginación funciona a pleno rendimiento. Le propongo varios escenarios. Y ella me pregunta cosas como: "¿me vas a castigar por eso?" o bien "¿me vas a bajar las bragas?". Vivimos en dos barrios bastante cercanos y muchas veces, sólo la hora tardia impide a Susana venir inmediatamente a mi casa para recibir la azotaina que le prometo.

Me gusta verla llegar a mi casa para una sesión de azotes, cuando sube el último tramo de la escalera por la cual se accede a mi humilde vivienda. Cuando me ve empieza a sonreir y cuando entra, nos besamos. Deposita su abrigo y su bolso en el vestíbulo y viene a sentarse conmigo en el sofá. Lo primero que hacemos es charlar, concretar el escenario de la sesión. Ella siempre expresa muy bien sus deseos y sus preferencias para la azotaina que se aproxima.

A ella le gusta que yo sea autoritario, que la arrastre por fuerza hasta la habitación mientras la regaño. Después de la azotaina la mando cara a la pared, con el pompis desnudo, durante cierto tiempo. Y cuidado con sus nalgas si cambia de postura. Pero como lo habréis adivinado suele cambiar de postura con mucha frecuencia y me veo obligado a azotarla de nuevo.

Al principio solo la azotaba con la mano, pero no hemos tardado en probar con los instrumentos. Ultimamente Susana ha recibido una azotaina con un cinturón doblado por la mitad. Pero lo que a ella le encanta es la palmeta de cuero. Suelo empezar la sesión por un calentamiento con la mano, para después seguir con el cinturón y acabar con la palmeta.

Susana es insaciable. Siempre pide más. Para colmo de la ironía, suelo ser yo el primero en pedir una pausa. Entonces nos interrumpimos y la mando cara a la pared, con las nalgas enrogecidas y marcadas por el cinturón y la palmeta.

En nuestros juegos, yo soy el padre y ella es mi hija. O yo soy el director del colegio y ella una alumna. El otro día, le mandé por correo electrónico una carta del director a su padre, en la que el profesor se quejaba de su actitud en el colegio. Tuvo que imprimir esa carta y traérsela a su padre (o sea: yo).

Primero la regañé de manera muy dura. Luego la mandé castigada a su habitación. Por fín, me dirijí hacia su cuarto con un paso firme y decidido. Le ordené que se acercase a mi. Me senté sobre la cama y le quité los pantalones. Se resistió un poco ("no... no... no me pegues" murmuró). La tumbé a través de mis muslos y empezé a azotarla.

Mientras la pegaba le recordaba por que razón la castigaba. Tras una serie de quinze manotazos, le bajé las bragas hasta las rodillas. Cuando sintió que le estaba desnudando las nalgas intentó desesperadamente protegerlas con las manos. Yo se lo impedí y proseguí la azotaina con más fuerza hasta que el castigo quedase consumado.

Lo que prefiere Susana es la etapa del desnudamiento de las nalgas. Eso la excita tanto que su sexo se vuelve de repente humedo y caliente. Y durante la azotaina su excitación va creciendo. Hace poco me confesó que si yo hubiese continuado un poquito más ella hubiera alcanzado el orgasmo. Aquel día utilizaba la palmeta de cuero y la pegaba con mucha severidad.

Probamos diversas posturas. Una de nuestras preferidas es cuando ella se pone a gatas encima de la cama. Yo la mantengo con un brazo mientras la azoto con el otro. Ella se comba para recibir el castigo. Después de la azotaina la mando cara a la pared. Al final puede suceder que valla a aplicarla una crema para aliviar sus nalgas enrogecidas. Ella dice lo que quiere y yo se lo hago.

Después de los azotes, Susana suele permitirme algunas caricias sexuales. Viene a recogerse contra mí. Yo le quito el jersey y el sujetador y acaricio sus bellos pechos mientras comentamos el azote que acaba de recibir. Su ojos están que arden, como si ella acabara de vivir una noche de amor. Como podréis imaginar yo me pongo completamente cachondo y me gustaría mantener una relación sexual completa con esa dinámica adepta de los azotes. Pero ella no lo desea. Yo me consuelo diciéndome que ya tengo mucha suerte con lo que tengo. Una persona como Susana no se encuentra facilmente.

Ella pone mucho cuidado en impedir que nuestra relación se desborde del marco de los azotes. Lo que ella desea es conocer a un tío de su edad a quien también le guste practicar la azotaina. Como dice Reggiani en una de sus canciones: bastaría con casí nada, diez años menos, para que te diga que te quiero...

Y eso es todo. Quería compartir con vosotros, adeptos de los azotes, esas sesiones que he vivido con el pleno consentimiento de Susana. Os deseo a todos que encontreis una persona tan sincera, una mujer que no teme hacer de sus fantasías realidades. Ella ha "probado" distintos azotadores. Pero pocos respetaron sus gustos, sus deseos, sus límites. Deseaban hacer lo que ellos querían y punto. Ella no renunció y siguió buscando. Es una mujer determinada, que sabe lo que quiere y como lo quiere.

Señores, si algún día os encontrais con una simpática chica que desea ser azotada, actuad como caballeros. Si no lo haceis, sereis vosotros los perdedores. Sé que Susana leera este texto y se que le excitará. Quiero agradecerla públicamente por permitir que yo viva mi fantasía. Me gusta esa mujer, su espíritu abierto. Con ella puedo hablar de todo.

Lo importante en todo esto es la confianza y el respeto mutuo.


(Muchas gracias de nuevo a La Fessée Classique, a Pierre y a Susana por autorizar la traducción y la publicación de este texto).

Escrito por: Joëlle



Tengo 37 años y me doy cuenta ahora que mi padre era un azotador inveterado, y que se sirvió de mi para satisfacer su pasión por las azotainas. Incluso podría decir que me ha legado esa pasión, ya que la azotaina se ha convertido en uno de mis juegos sexuales favoritos. Ahora os cuento...

Cuando era niña, la azotaina se limitaba a un par de cachetes en el trasero mientras permanecía vestida y de pie. Hacia los 12 años, mi cuerpo cambió, y las azotainas también.

Recuerdo mi primer verdadero azote. Había soltado un taco a mi padre y este me dijo: «te voy a dar unos azotes de verdad, ¡acércate !» No sabía muy bien lo que se me venía encima y me acerqué tímidamente. Me cogió por la cintura y me tumbó sobre sus muslos. Me agarró con tanta fuerza que mi falda de colegiala se levantó por los aires. Estaba tremendamente avergonzada de que mi padre viera mis braguitas. Horrorizada, sentí sus manos recoger mi falda hasta la cintura y luego inmiscuirse bajo la banda elástica de mis bragas. Cuando sentí que me las estaba bajando, y que mis nalgas quedaban desnudas y ofertas a la mirada de mi padre, una vergüenza terrible se apoderó de mí y le supliqué que no me diera aquel azote.

Sentí un fuerte cachete abatirse sobre mis nalgas y solté un grito de dolor. Ese golpe fue seguido por muchos otros. Cada sopapo enrogecía mi trasero e incrementaba mi vergüenza. Una vez la azotaina dada por concluida, tuve que levantarme y, con la falda todavía recogida y las bragas todavía bajadas hasta las rodillas, ponerme cara a la pared. En esa posición lloriqueé durante un buen cuarto de hora, mientras sentía el escozor en mis nalgas e intuía la mirada de mi padre.

Aquel tipo de azotaina se repitió con bastante frecuencia y sin muchas variaciones. Cuando vestía pantalones, tenía que bajarlos antes de recibir los azotes, y luego sufrir una regañina en bragas y con los pantalones bajados hasta las rodillas. Cada azotaina era seguida por una estancia contra la pared. Tener que caminar medio desnuda y con el trasero ardiendo agravaba mi humillación.

Luego llegó la adolescencia, y mi deseo de rebeldía se intensificó. Eso me costó numerosos castigos de todo tipo.

Había la azotaina del sábado por la noche, que recibía después de algunos avisos durante la semana ¡y después del partido de fútbol! Tenía que tomar un baño y vestirme de camisón largo, con solo unas braguitas por debajo. Aquella azotaina tenía lugar en mi habitación. Mi padre se sentaba sobre la cama mientras yo tenía que permanecer de pie en frente de él y escuchar sus reprimendas. Tras la regañina colocaba unas almohadas en medio de la cama. Tenía que tumbarme por encima y dejar que mi padre, sentado a mi lado, recogiera mi camisón hasta mi cintura. Sentía sus manos rozar mis nalgas y desnudarlas bajándome las bragas por las piernas. Luego había una nueva regañina durante la cual mi padre debía delectarse a la vista de mi joven trasero que se ofrecía a él. Al fin y al cabo empezaba la azotaina... una larga azotaina, con tiempos de descanso durante los cuales yo tenía prohibido moverme.

A las azotainas manuales se añadieron pronto los azotes con una regla. En general, aquellos tenían lugar en la cocina: ¡mi padre solía asociar cada cuarto de la casa a un instrumento determinado! Tenía que tumbarme encima de una silla, de manera que mis nalgas queden bien en evidencia, y con las manos sujetando los pies de la silla. No era una postura muy confortable, porque sólo mis pies tocaban el suelo. Mi padre me obligaba a recoger yo misma mi falda o a bajarme los pantalones, pero siempre le gustaba hacerse cargo personalmente de las braguitas.

Recibía unos golpes de regla preparatorios sobre mis bragas, y luego estas últimas acababan bajadas hasta mis rodillas. Entonces los golpes se abatían directamente sobre mis nalgas desprotegidas. Había momentos en los que me costaba seguir sujetando los barrotes de la silla tanto me dolía.

Sobre los trece o catorce años, las azotainas empezaron a provocarme sensaciones diferentes. Durante los azotes, en vez de sentir únicamente el dolor y la vergüenza de estar así medio desnuda delante de mi padre, también empezé a experimentar cierta excitación. El calor de mis nalgas se esparcía de manera extraña hacia mis partes íntimas. En general, una vez terminada la azotaina, me entraban unas tremendas ganas de masturbarme. Lo hacía y alcanzaba el orgasmo con bastante rapidez.

A las azotainas se añadieron más tarde las sesiones de palmeta. Al principio era menos excitante porque la sensación de pellizco era muy intensa y dolorosa. Pero una se acostumbra a todo. La sesiones de palmeta castigaban las faltas las más graves, cuando realmente me pasaba de la raya. Hay que decir que la raya era bastante fácil de atravesar.

En general, tenía que quitarme la falda y las bragas. Luego cabían dos posibilidades.

La primera era que tenía que recoger mi jersey o mi blusa para exponer bien mis nalgas y el bajo de mi espalda, y tumbarme sobre la mesa del despacho de mi padre. Mi piel adhería a la superficie de madera lisa, el olor a cera invadía mi olfato. Sentía el miedo de saber que la palmeta, inevitablemente, iba a abatirse sobre mi trasero. Oía el silbido y sentía la brutal quemadura. Mi padre me enrogecía el culo de manera muy metódica, cubriendo toda la superficie. El peor momento era siempre la segunda racha de golpes: la palmeta se abatía entonces sobre mi piel yá magullada.

El segundo método era, de cierta manera, aún más humillante. Después de haber retirado completamente mi falda y mis bragas, tenía que agacharme y agarrar mis tobillos, exponiendo a la vista de mi padre no sólo mis nalgas sinó también mis partes íntimas. Además, debido al impacto y a la fuerza de los golpes con la palmeta, era muy difícil conservar el equilíbrio. Mi padre sabía dosificar los golpes. A menudo interrumpía el castigo para darme un respiro, para después volver a empezar. Me obligaba a contar en voz alta los golpes que recibía, bajo la amenaza de recibir unos cuantos más. Durante la segunda racha, no era fácil mantener la cuenta debido al intenso dolor.

A pesar de todo, con el tiempo esas sesiones también me produjeron una cierta excitación. No a causa del dolor, sinó a causa de la sumisión, del hecho de quedar así expuestaŠ Es un poco raro pero es así.

Y así transcurrió mi adolescencia, marcada por una multitud de azotainas de toda clase. Al parcer, mi padre consiguió explorar casi todos los aspectos de su fantasía utilizándome, ya que me daba como mínimo tres azotainas por semana. A menudo eran más, y no recuerdo haber escapado ni una sola vez a los tradicionales azotes del sábado por la noche. En aquellos momentos, mi madre nunca estaba presente pero nunca olvidaba delatar ante mi padre la menor falta que yo cometía. Sé que el sexo era un tema de broncas entre ellos cuando yo era pequeña. Retrospectivamente, creo que yo fui el expiatorio de las pulsiones sexuales de mi padre.

Algunas azotainas resaltan todavía particularmente en mi mente, y a veces utilizo aquellos recuerdos para masturbarme. O mejor: los reconstituyo con mi amante. Os cuento una azotaina memorable:

Una azotaina con pantalones cortos de vaquero, cuando tenía dieciséis años. A pesar del tiempo transcurrido desde entonces me acuerdo perfectamente de esa azotaina porque fue una de las mas humillantes que recibí.
Estábamos en verano y había obtenido el permiso de salir con mi pandilla de amigos, a condición de estar de vuelta a casa antes de las once de la noche. Mi padre era muy estrictosobre la cuestión de los horarios. Cualquier retraso era pasible no de una simple azotaina, sinó de la palmeta. Para salir había puesto unos vaqueros cortos y un pequeño «halter top» bajo el cual tenía que llevar un sujetador, ya que mis padres me prohibían salir de casa sin ello. Era terrible, ya que los tirantes del sujetador sobresalían y anulaban todo el «sex-appeal». Por supuesto, nada más llegar a casa de mi amiga retiré el sujetador y lo guardé en mi bolso, prometiéndome no olvidar de volver a ponerlo antes de regresar a casa.

Como era previsible, tuve que volver a casa corriendo para no llegar tarde y padecer las consecuencias, y el sujetador permaneció en mi bolso.

Para colmo, mi padre estaba en el cuarto de estar con mi tío y me llamó para que viniera a saludarle. En aquel momento me dí cuenta de mi olvido. Era bastante patente ya que mi «halter-top» era de algodón. «¡Carajo!» pensé. Pero no había escapatoria, ya que era totalmente inconcebible hacer esperar a mi padre. Temblando y con las manos sudorosas, entré en el cuarto de estar.

Inmediatamente, mi padre gritó : «¡pero que diablos haces vestida como una puta!» Empezé a tartamudear e intenté formular algunas explicaciones, sin éxito. Mi padre me ordenó que fuera a cerrar las puertas del cuarto de estar, unas grandes puertas de madera. Sabía perfectamente lo que aquello significaba y me eché a llorar. Estaba muy molesta de encontrarme en esa situación delante de mi tío, que era el hermano menor de mi padre y que sólo tenía unos treinta años.

_Sabes lo que te espera, ¿a que sí? dijo mi padre.

_Sí, contesté con una voz debilísima.

_Entonces, tu tío se va a quedar para que vea como se educa a las jóvenes desvergonzadas como tú.

_¡No Papá! ¡Por favor, eso no!

_¡Ven aquí!

Me acerqué a él. Me ordenó que desabrochara mis vaqueros. Mi pantaloncito corto era muy sexy, como una segunda piel. Mi padre me dijo que lo bajara. Tuve cierta dificultad en hacerlo llegar hasta las rodillas. Sentía la mirada de mi tío sobre mis nalgas bien ajustadas en mis braguitas bikini.

Entonces, mi padre me hizo bascular sobre sus muslos e inmediatamente sentí su mano inmiscuirse debajo del elástico de mis bragas. En pocos segundos mi ropa interior se reunió con mi pantalón corto alrededor de mis rodillas.

Mientras me sujetaba por la cintura, mi padre empezó a explicar a mi tío como una buena azotaina en el trasero desnudo era el único método eficaz de disciplina. También le explicó todas las variantes que utilizaba. Yo intuía la mirada devoradora de mi tío sobre mi trasero. Mi padre me hizo inclinar hacia delante para que tuviera el culo bien alto.

Me propinó una fuerte azotaina, hasta que mis nalgas se quedaran rojas y que llorara de vergüenza y de dolor. A veces él dejaba de pegarme para formular delante de mi tío comentarios sobre el color de mis nalgas. ¡Diablos!

Cuando dejó de azotarme, yo creí que todo estaba terminado. Pero no era el caso: mi padre me hizo levantar y me ordenó que retirara mis shorts y mis bragas. No quería, pero me dijo: «¿Ah no? ¿Quieres que te dé con la palmeta?» y empezó a contar hasta tres. Rápidamente me despojé de mis shorts vaqueros y de mis bragas. Me encontré de pie, vestida sólo de mi «halter» corto y de mis sandalias blancas, las nalgas enrojecidas y el pubis muy visible.

Tanto mi trasero como mis mejillas estaban ardiendo. Mi tío me miraba detalladamente. Mi padre me anunció que yo iba a recibir diez golpes con la regla para completar el castigo. Ni siquiera protesté: sólo tenía ganas de que esto acabara yá de una maldita vez. Me hizo inclinar hacia delante y agarrar mis tobillos. De esa manera, mi sexo quedó expuesto ante él y mi tío. Entonces me propinó diez buenos golpes con la regla. Para terminar tuve que darle las gracias y ponerme de rodillas en un rincón, con mis nalgas rojas bien expuestas.

Recuerdo varios azotes más, pero los dejaré para otro texto que escribiré dentro de poco. Una azotaina que se destaca de manera particular en mi memoria es la que fue la última.

El regimencillo de las azotainas duró hasta que cumplí los veintiún años. Parece ridículo haber recibido azotes hasta una edad tan avanzada, pero hay que tener en cuenta el contexto: estaba sometida a mi padre, creía que no había discusión posible. Y debo confesar que los azotes no me venían mal del todo. Con veintiún años todavía era virgen. No conseguía decidirme en consumir el fruto prohibido...

Aquel día, tenía una cita con mi novio. Saber que tenía novio exasperaba a mi padre. Pero no podía oponerse: yo yá era mayor de edad.

Como si hubiese leido mis pensamientos, antes de que saliera hacia la cita me convocó en su despacho y me sermoneó sobre la grandeza de la virtud. A pesar de mis vehementes protestas, acabé de nuevo sobre sus rodillas, con la falda recogida y las bragas bajadas hasta los tobillos. Me palpó las nalgas y empezó a darme la azotaina. Cada cachete creaba una sensación de calor en mi trasero, sensación que se extendía hasta mi vagina que, con cada golpe, frotaba sobre los muslos de mi padre. Eso me procuraba todo tipo de sensaciones. De repente, me olvidé de todo, excepto del calor de mi trasero y del de mi coño. Cerré los ojos para aprovecharlo plenamente, y súbitamente fuí invadida por un orgasmo tan intenso que me sacudió el cuerpo entero. Ante mi goce aparente, mi padre se interrumpió de repente. Me puso de pie y, sin decir una sola palabra, se marchó de la habitación.

Aquella noche, me encontraba en un estado de excitación evidente. Tenía unas ganas tremendas de gozar. Cuando mi novio empezó a hacerme sus propuestas habituales, en vez de rechazarlas como siempre me mostré receptiva a sus deseos e hicimos el amor. ¡Desde luego, mi primera vez no me salió tan mal!

Mi padre y yo jamás hemos hablado de todo esto. Pero después de aquel día nunca más volvío a azotarme. Poco después me fuí de casa. Tardé muchos años en poder abordar el tema de la azotaina con un amante, y en poder finalmente practicarla como un acto sexual. No necesito realmente un azote antes de cada relación pero es mi práctica sexual favorita. Todo eso a causa de mi padre.


(Muchísimas gracias a Joëlle y a la página de azotes franco-canadiense La Fessée classique por autorizarme a traducir y a publicar este testimonio) .

Nota de la autora:
Esto es una historia de ficción. Cualquier parecido con la realidad es solo fruto de la coincidencia
Krenee
 
 

 
 
"Tin, tin", creyó haber oído Campanita a lo lejos..

Parecía el sonido de la pequeña alarma que le avisaba cada vez que Peter Pan le dejaba un mensaje.

Dio media vuelta y siguió durmiendo. Creyó que lo había soñado. Mil veces había creído oír ese sonido, mil veces se había apresurado a ir y ver si era cierto que Peter le había enviado un mensaje y mil veces se había decepcionado viendo que había sido todo producto de su imaginación.

Esta vez no se iba a levantar. Le dolía la cabeza, le dolía todo. Había bebido muchísimo la noche anterior y tenía una resaca de mil demonios.

Hacía una eternidad que Peter se había marchado de Nunca Jamás, que se había hecho adulto y que vivía inmerso en el mundo, en los problemas de los adultos.

Ella durante mucho tiempo, había decidido esperarle, convencida de que volvería a ser el Peter que se fue, de que se cansaría del mundo de los adultos y que regresaría a Nunca Jamás.

Había luchado por mantener Nunca Jamás intacto, tal como él lo había dejado.. pero había fracasado en ese intento. No había sabido dirigir Nunca Jamás, no había sabido hacerlo. Ya no estaban allí los niños descarriados, ni Wendy, ni John, ni Garfio ni el Capitán Smee. Todos se habían marchado, todos se habían ido yendo poco a poco, todos se habían hecho adultos. Sólo quedaba ella. Al principio luchando por Nunca Jamás. Luego, las decepciones, el cansancio, el hastío, la soledad, el dolor, la habían hecho refugiarse en esa guarida en un punto intermedio entre el mundo de los adultos y Nunca Jamás. Había decidido permanecer encerrada en aquella guarida, sola, completamente sola. Había querido desaparecer, incluso morir. Había querido copiar a la princesa de aquel otro cuento, que se pincha un dedo con una rueca y duerme y duerme hasta que el príncipe viene a buscarla y la besa para despertarla diciéndole: "todo ha pasado, mientras dormías yo vencí al mal y ahora vengo por ti"..

Pero ese era otro cuento, nada que ver con Nunca Jamás. En su tiempo de soledad, había hecho incursiones en el mundo de los adultos, incluso, cuando estuvo enferma, ellos la cuidaron. Se le presentaba a ella también la oportunidad de convertirse en adulta, de dejarse llevar por los adultos. Estaba a punto de llegar a la conclusión de que si todos se habían hechos adultos, de que si todos sus amigos, toda la gente que ella había querido, con quien había convivido, con quien había compartido ideales, creencias, ilusiones, se habían pasado al mundo de los adultos y se habían dejado llevar inevitablemente por ellos ¿por qué ella no?. Pero algo dentro de ella se resistía a decir que sí definitivamente. No era capaz de seguir luchando contra la corriente, ya no tenía fuerzas, pero algo dentro de ella le decía que no podía tampoco dejarse llevar ..Por eso, tras estar bebiendo como una condenada toda la noche y haber pillado la borrachera más grande de su vida, había decidió volver a su refugio situado entre el mundo de los adultos y Nunca Jamás y encerrarse allí a meditar, a pensar..Tenía que encontrarse de nuevo a sí misma, saber quién era, saber qué debía hacer, qué camino debía seguir..

Dio otra vez media vuelta, y aunque la cabeza le dolía y todos los tornillos le sonaban dentro, recordaba el sonido de la alarma. ¿Y si fuera verdad que había un mensaje de Peter?..No.. No se levantaría. Sería otra vez una falsa alarma. Peter vivía en el mundo de los adultos y no se acordaba ya de ella. Sin embargo, no dejó de removerse incómoda pensando en que tal vez, tal vez, esta vez, pudiera ser que sólo por esta vez, Peter se acordase de ella. En definitiva, era Navidad..Tal vez le hubiese enviado una tarjeta...

Se levantó, y su corazón de sobrecogió cuando vio que, en efecto, esta vez de verdad, había un mensaje.. un mensaje de Peter Pan.

Abrió el sobre .."PASAJE PARA NUNCA JAMAS".

Peter le había enviado un pasaje para Nunca Jamás.. No lo podía creer. No había nada más en el sobre, sólo un pasaje y una firma. Una firma inconfundible..La firma de Peter Pan.
 
 
 
Le divisó a lo lejos. Allí estaba. En el mismo sitio donde se encontraban, ya hacía una eternidad, cada vez que por alguna razón debían separarse . De costumbre, cuando se separaban, al encontrarse de nuevo, ella saltaba sobre él, se agarraba de su cuello, él la sujetaba por la cintura y la levantaba para equilibrar las estaturas, y se abrazaban y se besaban como locos..

Esta vez era diferente. Campanita caminó lentamente hacia él. Peter caminaba lentamente hacia ella. Se miraron, se abrazaron como amigos, como hermanos. Se besaron en la mejilla..

Peter estaba cambiado. Muy cambiado. Estaba mucho más delgado, no tenía buen aspecto. Negras bolsas bajo sus ojos, ojos tristes, ojos que habían perdido el brillo de la alegría de vivir de otros tiempos..

La condujo por un nuevo camino. Un camino diferente. La llevaba a su nueva guarida. Más pequeña que la otra, confortable y arreglada con muy buen gusto. (No sería Peter si no fuera así). Peter le enseñó su habitación. Se le hacía raro. Siempre habían compartido la misma habitación en todas las guaridas donde habían estado, pero esta vez era diferente, esta vez, cada uno tendría su habitación.

Ella se sentó en la cama de la habitación que Peter le había destinado. La había dejado allí para que deshiciera el equipaje mientras él preparaba algo de comer.

Abrió el cajón de la mesita de noche y se encontró con Spiderman y un coche de bomberos.. Sonrió para sí y le invadió una oleada de ternura. Imaginaba quién era el propietario "ocasional" de esa habitación en la nueva guarida de Peter..Acarició el muñeco y el coche, los volvió a dejar en su sitio y se levantó para deshacer el equipaje y reunirse con él en el salón. Era curioso, apenas habían hablado durante todo el trayecto, y ella se preguntaba si había algo que decir.

Peter estaba en la cocina. Demasiada comida para el gusto de Campanita..

-"Te lo vas a comer todo Campanita, estás demasiado delgada"

Preparó la mesa y llevó las entradas, la ensalada, las bebidas y el pan mientras Peter hacía los filetes a la plancha.

Se sentaron a la mesa. Ella no tenía hambre.

Peter untó paté en un trozo de pan y se lo dio a ella..

"Comételo"..

Campanita sintió su mirada y un escalofrío recorrió su cuerpo. !Esa mirada!..Recordaba cuando, hacía una eternidad, Peter la miraba así.. Miradas llenas de cariño, de ternura, y ... de severidad.

Peter siempre la había dominado. Ella, Campanita la rebelde, la invencible, la leona, "l´enfant terrible"... el huracán Campanita... era como una niña pequeña, obediente, sumisa, indefensa para Peter Pan..

Sintió de nuevo la autoridad de Peter en su mirada, la autoridad unida a la ternura, al cariño, y volvió a sentirse la niña pequeña, la obediente geisha, propiedad privada de Peter Pan.

Tomó el trozo de pan y se lo comió. Peter sonrió.. La inundaba de ternura, sin haberla tocado, sin haberla acariciado, sin casi haberla hablado, Campanita sentía la inmensa ternura de Peter hacia ella, y volvía a sentirse la de siempre, junto a él. Hacía esfuerzos locos por comer todo lo que Peter había cocinado, cuando oyó que le decía...

-"¿Cómo es posible Campanita, que hayas decidido casarte con él?"

Se quedó helada, paralizada ante esa pregunta..¿Quién había sido? ¿Quién la había traicionado? ¿Quién se lo había dicho a Peter?...Había sido la sirena.. Ninguna duda.. La sirena seguro...

-"Te lo ha dicho sirenita ¿Verdad ?"

La mataría, cuando volviese la mataría, seguro que sí..¿Cómo podía haberse atrevido a avisar a Peter de eso? ¿Quién era ella para meterse en su vida?.. Cuando volviese a casa, lo primero que cocinaría sería cola de sirena a la sal...

-"Campanita, contesta a lo que te pregunto"

Campanita se dio cuenta de que se había puesto tan furiosa contra la sirena que se había olvidado de responder a Peter..

-"¿Qué quieres que te diga Peter?...

-"Campanita, escúchame.. escúchame bien, por favor..Tú eres una mujer extraordinaria, fantástica, única, diferente..No debes cambiar nunca Campanita, no debes hacerlo"

-"Yo no soy extraordinaria, ni fantástica, ni única ni diferente. Lo que Campanita tiene de extraordinario, de fantástico, de único y de diferente es gracias a Peter Pan. Sin Peter, Campanita no es nada, absolutamente nada. Peter es el que es extraordinario, fantástico, único, diferente. Es Peter quien creó a Campanita. Campanita fue fuerte porque Peter le dio la fuerza para vivir, Campanita era alegre porque Peter le dio la alegría de vivir, Campanita fue Campanita porque estaba junto a Peter Pan. Ahora Peter no está, se hizo adulto. Campanita ha demostrado que sin Peter es un completo desastre, no fue siquiera capaz de mantener el espíritu de Nunca Jamás. Se equivocó en todo, todo lo hizo mal, todo lo hizo del revés..Si Peter Pan se hizo adulto, Campanita también se hará adulta.

-"Campanita..por favor.. No con él. Se que le conoces desde que erais niños. Se que no es la primera vez que te propone que te cases con él..pero tú misma me lo has dicho muchas veces.. Solo busca un figurín que le sirva en su vida social, una muñequita de porcelana que le adorne el salón. Tú no estás enamorada de él. Es lo más opuesto a ti que existe. Campanita, piensa un poco. En todo el tiempo que te conozco, solo he visto dos personas capaces de exasperarte solo con su presencia, y una de esas dos personas es él..¿O no es cierto que cada vez que le ves , con sólo cruzar dos palabras, no pierdes los estribos hasta el punto de desear estamparle la sopera o lo que sea en la cabeza? !Pero si cada vez que le ves acabas mandándole a la porra!. No habláis el mismo idioma, no tenéis ni un solo punto en común, no estáis en la misma frecuencia de onda, no existe ni un mínimo de atracción, no le quieres, no te gusta, y además te llevas fatal con él..¿Cómo puedes aceptar su propuesta de matrimonio?

-"Es un adulto Peter, y si todos os habéis marchado al mundo de los adultos y me habéis dejado sola ¿por qué no puedo decidirme a ser una adulta yo también?..Muchos adultos no se casan por amor sino por comodidad..(privilegios de ser adulto, y de forjarse una vida sobre el qué debo hacer y no sobre el qué quiero hacer...!Qué te voy a contar a ti sobre esto !). Estoy harta Peter, harta de luchar contra todo y contra todos, harta de ser rebelde. ¿Sabes? Los héroes, los mártires, son héroes porque mueren por la causa.. Si esas mismas personas no hubiesen dado su vida por la causa, y hubiesen envejecido normalmente, al final, se habrían aburguesado por cansancio, y en lugar de héroes habrían sido calificados como "chaqueteros" por haberse dejado llevar por la corriente. No se puede ir contra la corriente toda la vida. No es fácil luchar contra todo y contra todos y además ver, sentir cómo en esa lucha vas perdiendo a tus seres queridos, uno tras otro..No quiero luchar más, no puedo luchar más, no tengo fuerzas para seguir nadando contra la corriente, quiero dejarme llevar por ella, y esa es una buena solución; al menos es la solución ideal que me proponen los adultos que me rodean y que me quieren

"Campanita, no te voy a dejar que lo hagas. Es un suicidio. Le conozco ¿lo recuerdas? Se como es, y se que te destrozará la vida. No tiene nada en común contigo. Te hará desgraciada. No te voy a dejar que te cases con él. No te voy a dejar que hagas nada que te haga daño, que te destruya. Si encontraras a alguien que te quisiera de verdad, que te diera todo el amor que necesitas, que te pudiese hacer feliz.. Yo sería el primero en animarte a decir que sí..Me rompería el corazón porque significaría de veras el final de la historia de Campanita y Peter Pan, pero te animaría a hacerlo..Pero no te voy a dejar que te equivoques, no te voy a dejar que sufras más..No lo voy a permitir Campanita..

Las lágrimas rodaban por las mejillas de Campanita..

-"¿Significaría el final de la historia de Campanita y Peter Pan?? ¿Es que no está acabada la historia? ¿Hay esperanzas de que vuelva a empezar?

Esta vez era Peter quien lloraba..

-" Campanita, estoy viviendo los peores momentos de mi vida, los momentos de mayor inestabilidad. Todo este tiempo me he debatido entre seguir en el mundo de los adultos o volver a ser Peter Pan. El mundo de los adultos es un mundo terrible, hay muchas obligaciones que se deben cumplir, muchos compromisos. Los adultos viven en un mundo en el que la obligación, el deber, está por encima de la felicidad, de los sentimientos.

¿Sabes cuántas veces me he querido rebelar? ¿Sabes cuántas veces en medio de una reunión he querido gritar "!YO NO SOY COMO VOSOTROS. SOY PETER PAN. !!!REVOLUCION!!!. GUERRA A LOS ADULTOS.QUIERO SER PETER PAN, QUIERO ESTAR JUNTO A CAMPANITA!...Pero no he podido, me he mordido la lengua, he llorado por que soy infeliz, pero, como decías antes, me he dejado llevar por la corriente.

El mundo de los adultos me ha hecho mucho daño Campanita, pero tengo miedo de dejarlo. Tengo miedo de que sea demasiado tarde y de que las secuelas que en mí ha dejado ese mundo (que son muchas ), me impidan volver a ser Peter Pan, el Peter Pan que tú esperas, del que estás enamorada...No tengo nada claro en mi vida Campanita, no se lo que va a pasar.. Pero una cosa sí tengo clara, sólo una cosa...Nunca más volveré a hacerte daño. No puedes imaginar cómo me he maldecido, incluso hasta querer estar muerto, sólo de pensar en el daño que te hice. Nunca más quiero volver a hacerte daño. Si no puedo volver a ser el Peter que te hizo tan feliz en otros tiempos, prefiero apartarme de ti y dejar que vivas tu vida y sigas tu camino, si ese camino te aporta felicidad. Pero si veo que te vas a equivocar, si veo que vas directa a la infelicidad, no lo permitiré, no te lo permitiré mientras viva Campanita. Vigilaré desde la distancia tu felicidad, y seguiré luchando por volver a ser Peter Pan. Si consigo volver a ser el que fui, y tú no has encontrado a nadie, es porque está escrito, que nuestro destino es estar juntos y ser felices.. Si consigo volver a ser el que fui y tú eres feliz con otro, será por que está escrito que nuestro destino no es el de estar juntos, y aunque con el corazón destrozado por no tenerte, seré feliz por que al fin alguien te hizo feliz...
 
-"Peter, sólo tú tienes la llave de mi felicidad..Sé por todo lo que estás pasando. Se cómo te estás debatiendo y se que mil veces, que millones de veces, has estado tentado de enviar un mensaje a mi casilla, que millones de veces has estado tentado de venir a buscarme y que te ha frenado sólo eso: el miedo de hacerme daño..el miedo de que volvamos a juntarnos en estos momentos de inestabilidad y que luego las circunstancias te obliguen a tomar el camino que no quieres, pero que debes, y y que yo vuelva nuevamente a sufrir...

Peter, no te pido nada, no voy a interferir en tu vida..Pero por favor, por favor, no me vuelvas a abandonar. Dices que no quieres hacerme daño.. tu abandono me lo hace..

No te pido que nos casemos, ni tan siquiera que me ames... sólo que estemos juntos y que seamos amigos..

-"Campanita, tú yo no podremos nunca ser amigos.. Es demasiado fuerte lo que hay entre nosotros, demasiado fuerte. Sabes perfectamente que es imposible que seamos sólo amigos.
 
"Peter, juntos tú y yo nos hemos comido el mundo.. Mi fuerza es tu fuerza, tu alegría es mi alegría.. Juntos hemos resuelto siempre todos los problemas. Los problemas no han sido nunca problemas cuando estábamos juntos..Desde que decidiste alejarte de mi, porque el mundo de los adultos te hizo salir de Nunca Jamás, y decidiste alejarte del todo por miedo a dañarme más, nuestras vidas han estado llenas de errores, de soledad, de dolor.. Campanita no es nada sin Peter Pan, Peter Pan no es nada sin Campanita.. Se que el camino no es fácil, sé que no me puedes prometer nada y no espero ninguna promesa, se que habrá marchas adelante y marchas atrás.. pero si estamos juntos, todo irá mejor Peter.. si estamos juntos, ambos sabremos luchar y sabremos vencer..Por favor, no me vuelvas a abandonar..
 
-"Estoy aquí Campanita, siempre he estado ahí..vigilando tus pasos, en silencio.. Estoy aquí, junto a ti..Vuelve a Nunca Jamás, vuelve a ser tú misma, Campanita.. la hadita alegre, fuerte, segura de sí misma. Diferente a todos, rebelde, luchadora incansable, idealista. ..Aunque en la sombra, tal vez en la distancia, yo estaré ahí, junto a ti.. Debatiéndome, luchando por volver a ser el que fui.. pero...siempre junto a ti..
 
 
Ambos lloraban.. Sus manos estaban tan juntas, que un sólo movimiento habría bastado para enlazarlas.. Se miraron y no lo pudieron evitar..Se abrazaron, se besaron. Campanita sentía las lágrimas saladas en la boca de Peter. Él la besaba con pasión, con dulzura. Sentía la boca de Peter en la suya y todo su cuerpo se erizaba...

Peter se levantó, la tomó en sus brazos y la llevó al sofá.. Se tumbó sobre ella y la fue recorriendo poco a poco, con sus manos, con su boca. Le iba quitando la ropa y la recorría suavemente, dulcemente..

Ella cerraba los ojos, sentía las caricias de Peter y todo su cuerpo se estremecía. Cerraba los ojos y se concentraba en esas caricias. Quería grabarlas en su mente una por una, momento por momento. Su cuerpo se estremecía y de vez en cuando gemía, cuando las manos, la boca de Peter pasaban por sitios estratégicos..

Peter conocía todos los puntos de Campanita, sabía cómo la debía tocar, cómo la debía acariciar.. Sabía cómo hacerla estallar mil veces seguidas, con esos estallidos salvajes que la caracterizaban y que a él le volvían loco.

Lo estaba intentando, estaba intentando hacerla llegar a ese paroxismo que él adoraba, pero .. esta vez, esta vez no era como las demás...Campanita se erizaba con las caricias, incluso gemía, pero no se excitaba.

Hacía mucho tiempo, una eternidad. Desde aquella última vez que Peter la tocara, nadie la había vuelto a tocar, nadie la había acariciado, nadie la había hecho suya..

Campanita estaba concentrada en el amor, en la ternura, en el cariño que Peter le estaba proporcionando, y no conseguía el nivel de excitación que él buscaba.

Peter se sentó en el borde del sofá. Tomó a Campanita de la muñeca y tiró de ella. La colocó boca abajo sobre sus rodillas, y sin aviso de ninguna clase, empezó a azotarle las nalgas, con azotes fuertes, rápidos y en crucero..

Campanita se sorprendió. La había pillado desprevenida. Empezó a sentir los azotes..!Cuánto tiempo!!! Era raro.. Campanita, en sus tiempos de soledad, podía recordar las sensaciones que en ella habían dejado los besos y las caricias de Peter, pero le había resultado muy difícil recordar (revivir) la sensación de los azotes.. Y ahora, Peter la estaba azotando de nuevo, y ella sentía sus manos, sentía sus palmadas, sentía el fuego en sus nalgas..Sentía la excitación de Peter bajo su vientre. A cada nuevo azote, ella se movía y sentía su excitación desnuda bajo la desnudez de ella. El fuego empezó a subir desde su vientre.. Lo notaba.. La cabeza le daba vueltas..

Peter seguía azotando, cada vez con más fuerza..

Tras una sesión de muchos azotes ¿cuántos?..paró un momento.. Introdujo su mano en la entrepierna de ella.. Sonrió satisfecho.. Ahora sí.. Ahora empezaba a conseguir lo que andaba buscando.

Siguió descargando azotes con su mano derecha mientras que con la izquierda maniobraba magistralmente en su entrepierna.
Campanita empezó a gemir, cada vez más fuerte. Se movía al ritmo de las caricias que Peter hacía en su intimidad...Al moverse, sentía la excitación de Peter, y procuraba frotarse en ese calor...Su respiración se entrecortaba, su corazón latía deprisa, cada vez más deprisa..Tan deprisa que al final se paró.. Toda la presión acumulada salió al exterior en un estallido salvaje acompañado de un grito profundo...

Tras la tormenta, la calma.. Campanita respiraba entrecortadamente, agotada, sobre las rodillas de Peter..Peter la acariciaba dulcemente.. esperaba que ella se recuperase..

La giró y la sentó sus rodillas.. La presión de sus nalgas doloridas sobre las rodillas de él aumentaban el dolor, pero estaba feliz. Peter la miró a los ojos. Ella bajó la vista. Siempre era así. Se avergonzaba cuando Peter la miraba tras un orgasmo. Ella siempre cerraba los ojos, y cuando Peter la forzaba a que le mirase, se sentía avergonzada, como una niña descubierta en falta..Y Peter la obligaba a mirarle.. Le encantaba esa timidez suya, esa sensación de verguenza. La miraba con infinita ternura, le sonreía y la besaba.

-"Peter, siento que te haya costado tanto esta vez.. Estaba desentrenada. Desde la última vez que estuve contigo, que me hiciste tuya.. nadie...no he estado con nadie.."

"Tsssssssss..Ya lo sé Campanita.. Ya lo sé".

Poniéndose muy serio Peter añadió:
 
" Quiero que sepas Campanita que estoy muy enfadado.Estás muy delgada. La próxima vez que nos veamos, recibirás 100 azotes con nuestra cane de ratán por cada kilo que has perdido..¿Cuantos kilos son? ¿10?.. Desde ya, quiero que te prepares para nuestro próximo encuentro..1000 azotes con cane en 10 días.. 100 por cada kilo perdido..¿lo has entendido?

A Campanita le dio un vuelco el estómago.. No sólo por los 1000 azotes con la cane de ratán, con su cane, la cane que ella temía pero al mismo tiempo adoraba, sino por la promesa de que un día, tal vez no muy lejano, pasaría al menos 10 días enteros junto a él.

Peter se levantó del sofá, tomó a Campanita de la mano y la llevó a su habitación..

La colocó en mitad de la habitación. La hizo agacharse, abrir las piernas y apoyar una mano en cada rodilla...

Ella se quedó inmóvil, esperando.

Peter salió de la habitación..Tardaba. Los nervios de Campanita iban a estallar. No podía moverse, lo sabía, se sentía ridícula en esa posición, ella sola, en medio de la habitación, sin poder moverse hasta que él llegase. Se estaba cansando..Estaba nerviosa.. la incertidumbre...

Por fin apareció Peter..No le podía ver, estaba de espaldas a ella. Se le acercó. Entonces sintió que Peter le pasaba el cinturón por su cuerpo. Despacio, por las piernas, por la cara interna de los muslos, le dio unos golpes suaves ahí para que abriera más las piernas.. Por las nalgas, por la espalda...

Ella sentía las caricias del cinturón, y su cuerpo se estremecía. Su estómago se ponía del revés por que sabía que tras las caricias, en cualquier momento, llegarían los azotes..

Intentaba recordar cómo se sentían los azotes con el cinturón.. No podía..¿Por qué no podía revivir mentalmente las sensaciones de los azotes?? No tuvo tiempo de pensar en más.. Peter, tras ella, empezó a descargar azotes sobre sus nalgas con el cinturón doblado en dos. Con bastante impulso, Peter comenzó a administrar los azotes muy despacio, y muy fuerte. Cada vez que Campanita recibía un azote, sobre ambas nalgas, daba un respingo, el impulso de la fuerza del azote le hacía moverse hacia delante y perder la posición.. Fueron unos 15 más o menos así.. Luego, Peter empezó a azotar más rápido, menos fuerte pero más rápido, cada vez más rápido.. Era insoportable para Campanita.. Sus nalgas habían perdido la costumbre del dolor.. Se mordía los labios, cerraba los ojos, lloraba.. Quería decir !Basta!, quería que Peter parase, pero no lo dijo.. sus dientes mordían sus labios y no dijo ni una sola palabra.. Aguantó...Sabía que debía tener las nalgas más que rojas, violetas.. seguro que sí, lo presentía.. Le ardían.. Sentía fuego...

Peter paró, se acercó a ella...le acarició suavemente las nalgas .. uffffffffff era maravilloso sentir a Peter así..

La tomó en brazos y la llevó a la cama.. La puso boca abajo.. pasó su boca por las maltrechas nalgas . Era una sensación maravillosa sentir esa suavidad, esa ternura.. Sentía a Peter volverse loco.. ella también estaba enloqueciendo..La hizo suya por donde adoraba hacerlo cuando estaba recién azotada. Peter adoraba sentir el calor de las nalgas de Campanita recién azotada. Campanita adoraba sentir a Peter cuando estaba recién azotada. Con una mano Peter, le acariciaba el pecho , con la otra, su otra intimidad.. Campanita gritaba de nuevo, otra vez quería estallar.....Peter también estaba loco, quería que Campanita pudiese estallar aún un par de veces antes de que estallase él.. Pero paró. Campanita estaba débil, aún estaba enferma, no se había recuperado.. No quería que se desmayase.. No esta vez.. Quería disfrutar de ella y darle todo su amor.. Todo el amor que él era capaz de dar y que ella absorbía por cada uno de los poros de su piel. Quería hacerla feliz, prolongar el momento todo lo que pudiese sin que ella perdiese el conocimiento..La dejó descansar. Le besó la nuca, los oídos...Recorrió su espalda con la boca..Y cuando la respiración de ella se normalizó, volvió al ataque con furia, con pasión.. Volvieron los movimientos de va y ven, y a cada movimiento, Peter chocaba con las nalgas de Campanita, haciéndole recordar el castigo recibido. Los azotes marcados en su piel ardían cada vez que él chocaba contra ellos. ..Campanita sabía que esta vez él estallaría.... Le esperaba, estaba preparada.. le deseaba.... Quería estallar al mismo tiempo que él.. .. Y por fin, por fin sintió su fuego, tan deseado, tan esperado, y al sentir su pasión abrasadora, estalló ella también, en una nueva explosión, aún más violenta, aún más salvaje...

Casi inertes, casi sin fuerzas, aún con la respiración entrecortada, oyó a Peter susurrarle al oído:

"Esto ha sido un adelanto Campanita, para que te vayas preparando para la próxima vez..Recuerda que serán 100 con la cane por cada kilo que has perdido, aunque de aquí allá los vuelvas a recuperar, y si pierdes más, de aquí allá, 200 por cada kilo que pierdas de más..Campanita, como no te cuides, te voy a azotar tanto, que te juro que vas a cambiar de fantasía..Odiarás los azotes..te lo juro...Lo digo en serio..Si tu no eres capaz de cuidarte por ti misma, yo te obligaré a hacerlo... Piénsalo”
 
 
 
 
FIN

Escrito por: Krenee (krenee31@yahoo.es)
 
 
 

Cuando tenía 18 años, visité por primera vez Granada. Me sobrecogió, francamente. Sobre todo la Alhamabra.

Recuerdo que mientras la recorría lentamente (mandé a mi familia a comer por ahí cerca mientras yo me quedaba embelesada mirando cada rincón), me vinieron a la mente locas fantasías románticas de spankee adolescente.

Una de ellas, con la que soñé durante mucho tiempo transcurría en la Sala de los Abencerrajes, y en el mirador de Daraxa que da al jardín del patio de los leones.

Tengo una foto en el mirador de Daraxa. Es una foto al contraluz del atardecer. Estoy en el mirador de Daraxa y se ve el hermosísimo jardín del Patio de los Leones.

Es una foto de cuando tenía 18 años, y pertenece al patrimonio familiar. Si consigo sustraerla sin que nadie se de cuenta y hacerme con ella, os la escanearé para que os hagáis una idea (los que no conocéis la Alhamabra) y os situéis en esta fantasía que voy a relatar, y que hoy, a raíz de una propuesta (indecente) que me han hecho de pasar este fin de semana en Granada, ha vuelto a resucitar en mi mente.

La fantasía es ñoña y excesivamente romántica como corresponde a una niña de 18 años, pero os la voy a transcribir tal cual la soñé. Los datos históricos andan un poco mezclados, y no se corresponden con los reales. En esta fantasía mía se entremezclan ingredientes diversos junto con la historia real, tal vez de algún libro que leí, alguna película que vi..., y por encima de todo, el sobrecogedor ambiente que se respira en la Alhambra y que te transporta en el túnel del tiempo, a ritmo de darbukas a las mil y una noches.
 
 
 
Había jurado que no se doblegaría. Le daba igual todo lo que le pudieran hacer. Si tenía que morir, que fuese con honor. No se doblegaría ante el infiel.

No se sometió cuando la capturaron en aquella emboscada.

Hija de nobles, se había educado en la rectísima norma de que el honor es patrimonio del alma y el alma solo es de Dios. El HONOR, la HONRA, y el odio hacia el infiel.

Las relaciones de convivencia no eran fáciles en aquella Granada de fines de la Edad Media, en donde judíos, árabes y cristianos se disputaban la supremacía del territorio.

Ella había crecido en el castillo, junto a sus padres, junto al Rey. En el odio a los árabes, en el odio a los judíos. En el odio, en definitiva, a todo lo que no fuera cristiano o se apartara de esa norma.

Y ahora se encontraba allí, secuestrada por el enemigo infiel, cautiva, esclava.

Mientras la llevaban encadenada a la Alhambra, juró que no se rendiría, que no se doblegaría.

Fue desafiante durante el trayecto. Sabía que lo pagaría caro, pero ya le daba igual. Estaba preparada para morir como una mártir. Lo había aceptado, lo había asumido. Tenía miedo, claro que sí, pero no se echaría atrás.

Durante el trayecto no la tocaron. Le decían cosas que ella no entendía pero que por el tono sabía que eran amenazas.

Llegaron a la Alhambra.

Encadenada la condujeron, a través de un hermosísimo jardín que parecía casi un paraíso a una sala grande, espaciosa, con una fuente en el centro. Repleta de mocárabes y azulejos policromados, una inmensa bóveda artesonada cubría aquella sala rodeada de columnas.

Temblaba de miedo. No sabía qué le deparaba el destino, pero sabía que nada bueno.

La ataron a una columna. Ataron sus manos juntas y las subieron por encima de su cabeza. Le quitaron las cadenas de los pies y se los ataron separados a ambos lados de una barra de hierro.

Ella quedaba frente a la columna y de espaldas a la sala.

Sintió cómo le arrancaban la ropa de un tirón, dejando su espalda desnuda, mientras oía en español a un infiel decirle:

"Veremos si ahora eres tan valiente"

Sabía lo que le iba a pasar

Temblaba de miedo...Se encomendó a Dios.

Alguien entró en la sala. No podía verle, pero podía sentir lo que pasaba.

Ella seguía atada. Esperando y deseando que todo acabase cuanto antes, pero no pasaba nada.

Ella no lo sabía pero en la sala había entrado el Príncipe.

Conocedor de la noticia de la captura de la hija de Don Julián, el Príncipe se había apresurado a ver a la cristiana, que sería la mejor moneda de cambio para presionar a los cristianos en su ¿rendición?.

El príncipe la miró despacio e hizo una seña al verdugo que, látigo en mano, iba a empezar el castigo, de que la soltara. Ordenó que la llevaran a sus aposentos y se retiró.

Mientras la conducían al harén para ser lavada y perfumada, lloraba su desgracia pensando que ahora sería peor.

El Príncipe se había encaprichado de ella, y ella no se iba a doblegar.

Hubiera preferido que la azotaran hasta matarla y así no tener que pasar por una segura violación.

Lloraba amargamente su suerte, sabía que la violarían y que luego la azotarían hasta matarla..

El príncipe podría tener su cuerpo arrancando por la fuerza su honra y su virtud, pero jamás, jamás, jamás, tendría su alma ni su sumisión.

La lavaron en una bañera de agua caliente y la perfumaron con esencia de pétalos de rosas.

La vistieron como una de ellas, con los sarawales transparentes de voluptuoso tul bordado de perlas y brillantes.

El vientre al aire y la parte de arriba cubierta con velos blancos que tapaban sus pechos apenas.

No le taparon la cara y dejaron su rubia melena suelta sobre su cintura.

La condujeron a los aposentos del Príncipe.

El la esperaba.

El Príncipe hizo una seña a los guardias para que se marcharan y los dejaran solos.

Ella temblaba.

El príncipe se acercó despacio.

Lejos de acobardarse, ella sacó toda la fuerza de la rabia que da la insensatez de los 18 años, y mirando desafiante a los ojos del Príncipe, casi le gritó:

-"Podrás tener mi cuerpo por la fuerza. Podrás violarme, podrás matarme, pero nunca tendrás mi alma. Nunca tendrás ni mi respeto ni mi sumisión"

El Príncipe la miró larga y profundamente, con sus penetrantes ojos negros.

Ella se turbó con esa mirada...Algo en esa mirada la inquietaba, la sobrecogía, le turbaba...

Tras un largo silencio, con la calma y la tranquilidad que da la sabiduría de los más de 40 años de él, le dijo con tono severo pero tranquilo, calmado...

"¿Y a ti quién te ha dicho que te quiero poseer? Tengo todas las mujeres que quiero ¿Por qué crees que me importas tú? Debo cuidarte, eres la hija de Don Julián, y el Rey estará dispuesto a ceder en unos cuantos puntos a cambio de ti. Y si te devuelvo sana y salva, aún podré obtener más. Eres mi moneda de cambio. Ese es el único interés que tengo por ti"

Se quedó paralizada. Sus blancas mejillas se sonrojaron visiblemente y sin poder evitar que él viera su turbación. !Qué vergüenza Dios mío! Aquello había sido un duro golpe a su orgullo. Aquellas palabras le hicieron más daño que todos los latigazos que el verdugo hubiera podido darle horas antes, cuando estaba encadenada.

Bajó la cabeza. No se atrevía a mirar al Príncipe a los ojos.

Se sentía turbada, estúpida, dolida en su orgullo más íntimo, derrotada....

"Mientras negocio con tu tío el Rey y con tu padre tu rescate, vivirás en el harén, con las concubinas. Serás tratada con respeto y gozarás de cierta libertad y de los privilegios de lo que eres: una gran dama. Pero todas las noches, al oscurecer, cruzarás el Patio de los Leones para venir hasta aquí. Lo harás tú sola, sin que nadie te acompañe. Daré las órdenes oportunas para que te dejen pasar. Quiero verte todos los días y saber que estás bien, y en buena salud. Eres demasiado valiosa como para arriesgarme a que enfermes o te pase algo. ¿Lo entendiste bien?"

Ella bajó los ojos. No se atrevía a mirarle. Se sentía cada vez más turbada, más avergonzada.

El Príncipe llamó a un guardia y le dio las órdenes oportunas.

"Ahora vete. Hasta mañana"

Ella no se atrevió ni a contestar.

La vida del harén era pacífica. Ella gozaba de muchos privilegios y las concubinas la trataban bien. Jamás pudo entender eso... Ella no podría aceptar nunca que su marido tuviera otras mujeres y no podía además entender que esas mujeres entre ellas se llevasen bien.

Eran amables con ella. Le contaban cosas increíbles, le enseñaron a tocar la darbuka, le enseñaron a bailar con el vientre.

Poco a poco fue descubriendo una cultura rica y diferente que jamás habría imaginado.

Se empezó a encariñar con todas ellas y se sentía bien.

Su odio al infiel se fue trucando en respeto hacia personas que no eran ni mejores ni peores, simplemente diferentes.

Cada noche iba a ver al Príncipe.

El la recibía muy fríamente. La hacía tomar asiento frente a él, hacía que les sirviesen té con hierbabuena que olía de maravilla y que los sirvientes escanciaban desde una altura impresionante al vaso sin derramar una gota.

El Príncipe le hacía algunas preguntas, casi sin mirarla, y tras asegurarse que estaba bien, le decía que se marchase.

Los primeros días, aún avergonzada por el suceso del primer encuentro, ella no se atrevía casi a hablar, pero luego, poco a poco empezó a tener un poco más de confianza en sí misma y hablaba. Le contaba sus progresos, lo que había aprendido. En poco tiempo había aprendido lo básico del idioma, había aprendido cosas acerca de su religión, de Alá, del Corán, había aprendido a hacer té y pastas con moras. Ella se lo relataba orgullosa para que él hiciese algún gesto de aprobación.

Pero el Príncipe seguía impasible, sin mirarla apenas. Sin interesarse por nada que no fuera su salud física. No veía en ella más que una valiosa moneda de cambio y lo demás le daba igual.

Ella se esforzaba cada día por aprender, por integrarse, en definitiva, por llamar su atención.

Cada tarde, cuando abandonaba la estancia del Príncipe y atravesaba el maravilloso jardín del Patio de Los Leones, lloraba... Lloraba ante su fracaso de conseguir que él se fijase en ella, no tenía muy claro si él la había escuchado cuando le decía y le demostraba todo lo que había aprendido ese día... Ella se afanaba más y más en llamar su atención y a él ni le importaba lo más mínimo nada que no fuera su salud.

Enamorada, sintiéndose rechazada, herida en lo más profundo de su orgullo de mujer, juró vengarse de tanta indiferencia.. ¿Su salud era lo que importaba? ¿Ella era un codiciado tesoro para chantajear a tu padre y a su tío el Rey?

Cuando la apresaron había asumido que sería una mártir, y lo sería.

Gozaba de mucha libertad de movimiento.

Cuando atravesaba el jardín del patio de los leones aquella noche, con los ojos repletos de lágrimas como todas las noches por su indiferencia, en lugar de dirigirse directamente al harén fue a la cocina. Allí, hablando con los cocineros tomó sin que la viesen una afilada daga y se rajó la muñeca izquierda cortándose las venas.
 
No sabía donde estaba cuando despertó.

Oyó al Príncipe preocupado dando órdenes al médico de la Corte.

Recordó...

Estaba en los aposentos del Príncipe, en su lecho..

Él estaba preocupado.. Muy preocupado.

Sonrió triunfal... Al menos había conseguido llamar su atención.

El Príncipe se dio cuenta de que ella abría los ojos.

Se acercó a ella y con la mirada severa, pero con ese no se qué que tanto la turbaba, le dijo muy serio:

"Si sales de esta, cuando estés fuerte y en condiciones, lo pagarás"

Se volvió a desmayar.

Los cuidados del médico de la corte, de las concubinas, de los sirvientes y los del propio príncipe, hicieron que saliese de esa con vida.

Seguía "hospitalizada" en los aposentos reales. El príncipe no se separaba de ella. Atendía los asuntos de estado allí, comía allí. No se movía de su lado.

Su recuperación iba mejor cada día.

Cuando ya estuvo curada del todo y bien fuerte, el Príncipe la volvió a mandar al harén.

Ella, por orden del Príncipe, ya no iba cada atardecer a los aposentos reales. Ahora no podía salir del harén sin vigilancia.

Un día el Príncipe la mandó llamar.

Esta vez recorrió el jardín del Patio de los Leones acompañada y vigilada por dos guardias que la acompañaron desde el harén hasta los aposentos reales.

Cuando entró, vio que el Príncipe no estaba solo. Una de las concubinas estaba con él.

Ella llevaba en la mano una fusta. Mango de madera y tira de cuero de unos 3 cms de ancho, de color claro con pespuntes en cuero rojo.

La fusta, de unos 10 cm de largo, era rectangular y su terminación en forma de triángulo.

Sabía lo que le esperaba.

Sin mediar palabra, la concubina la tomó de los brazos y la ató al doncel de la cama. En la misma postura que, hacía muchas lunas ya, estuviera ella el día que le conoció.

La concubina desnudó su espalda, pero el Príncipe le hizo un gesto para que se detuviese..

"No.. Solo las nalgas"

Se quedó de piedra.. Un sudor frío recorrió todo su cuerpo..Quiso gritar, pero sabía que era inútil

Se sentía avergonzada. Tendría que mostrarle las nalgas desnudas a él, precisamente a él, en aquella postura tan humillante. Se mordió los labios y lloró de rabia.

La concubina bajó los lindos pantalones de seda rosa con que iba vestida hasta los tobillos, descubriendo unas nalgas blanquísimas, y una piel suave y fina..

El Príncipe le dijo a la concubina

"Maneja bien la fusta, no le dejes marcas"

La concubina se alejó como unos 7 pasos y tomando impulso impactó con fuerza la fusta en ambas nalgas. Una marca roja quedó señalada cruzando ambas nalgas. Luego vino otro golpe, y otro, en el centro de las nalgas, en la parte superior de los muslos, en la parte inferior de la espalda, en la zona de unión entre muslos y nalgas.

Dolía, escocía. Había jurado que no gritaría y no gritó.

No sabía si sentía más herida en las nalgas que en el corazón, que en el orgullo.

Las lágrimas empezaban a resbalar por sus mejillas. Tenía sangre en los labios de mordérselos para no gritar. Ardía. Quería gritar BASTA!, pero no lo haría. Aguantaría hasta el final. No le mostraría debilidad!!

El silencio del atardecer sólo se veía interrumpido por el sonido del impacto del cuero en la fina piel.

La luna llena entraba por la ventana iluminando con su plateada luz toda la escena.

El Príncipe, detrás de ella, miraba.. Miraba cómo impactaban los golpes en aquellas hermosas nalgas, miraba cómo iban cambiando de color, del blanquísimo marfil inicial al rojo púrpura, pasando por todos los tonos de rosas y rojos posibles. Miraba cómo se estremecía, miraba su cuerpo contornearse a cada nuevo golpe.

Si ella hubiese podido mirar su cara, sus ojos, su expresión, habría comprendido...Seguro que habría entendido..

Pero estaba de espaldas. Ella le imaginaba mirándola impasible, con su típica frialdad que no dejaba traslucir ni el más mínimo sentimiento.

Cuando el Príncipe calculó que ella ya no aguantaría más y podría perder el conocimiento, ordenó parar a la concubina. Se acercó a ella por detrás.

Tocó sus nalgas. Se las acarició, pasó sus dedos por las marcas. Ella se estremecía. Toda su piel se erizaba.Él le apretó las nalgas.. Ella entonces gritó.

¿Has aprendido la lección? Te quiero SANA..¿Lo has entendido? Un gesto muy lindo el de dar tu vida por tu Rey y tu pueblo. Los Cristianos sois especialistas en esas tonterías. ¿Mártires los llamáis? ¿Es eso lo que quieres ser?...

Ella, ya en el límite de sus fuerzas, con los ojos llenos de lágrimas, por primera vez desde aquél su primer encuentro, se atrevió a mirarle de nuevo desafiante a los ojos y le dijo..

"Al menos he conseguido llamar tu atención"

La severidad de la mirada de el Príncipe se trucó en inmensa ternura. Una sonrisa suave se dibujó en sus labios. Ordenó a la concubina que se retirase y los dejase solos..

Mientras la desataba le dijo

"Así que era eso?? Estabas furiosa porque no me fijaba en ti"

Ella bajó la mirada.

El le levantó la barbilla con los dedos y la obligó a mirarle.

"Eso también lo vamos a arreglar ahora mocosa. Tú me juraste que podría tener tu cuerpo por la fuerza, pero que nunca podría tenerte a ti. Yo no quería tu cuerpo por la fuerza, habría sido muy fácil. Quería todo tu ser"

Ella empezó a llorar desconsoladamente. Él la desató, se sentó en la cama, la tumbó sobre sus rodillas boca abajo, y en las ya purpúreas y ardientes nalgas, empezó a administrarle azotes rítmicos con la mano derecha, mientras que con la izquierda la acariciaba dulcemente. Acariciaba sus muslos, y al llegar a su tesoro escondido, descubrió con infinita satisfacción que estaba en las condiciones más óptimas para apoderárselo, hacerlo suyo sin utilizar la fuerza, ni la violencia.....
 
 
 
 

FIN

Snif snif snif

 

Escrito por: Antonio Carrasco (tonny1571@hotmail.com)
 
 
 

Hola, mi nombre es Tatiana, tengo 20 años bien llevados, como para describirme, les diré que soy de tez latina, cabello pardo claro, mido 1.65 cmts., no tengo mucho pecho, pero no me preocupa pues mi arma para conquistar chicos son mis caderas y mis piernas y como tengo un trasero algo carnoso, suelo vestirme con pantalones delgados y calzoncitos pequeños que suelen marcarse en los pantalones, así arranco varias miradas a los chicos de la Universidad donde curso el cuarto ciclo de Arquitectura; soy la ultima de tres hermanos, por lógica, la engreída de mis padres, ellos son muy buenos y nunca le pusieron una mano encima a ninguno de sus hijos; yo nací en la ciudad peruana de Cajamarca y vine a Trujillo a vivir hace dos años y aquí fue que... digamos... mi vida cambió.

Bueno, sucede que hace un par de años, vine a vivir a casa de mi tío Jorge, él es hermano de mi papá y bastante cariñoso conmigo, tiene una hija que anda por los 16 años, Patricia, esta terminando la secundaria y es tremenda, tanto así que a pesar de mi edad, ella me ha enseñado algunas travesuras que antes no se me habría ocurrido hacer.

Pues bien, sucedió allá por Junio del 2000, acababa de llegar a prepararme para el examen de ingreso a la Universidad y era muy obediente con mis tíos (o por lo menos eso creía yo), pero una noche, desperté por el ruido que había en la casa, cuando vi el reloj eran como las 2 am. y pasaba que mi tío le estaba propinando una señora paliza a mi prima por haber salido mal en los estudios; los gritos de dolor y suplicas de perdón de mi prima me asustaron tanto que apenas si atiné a regresar a mi cuarto desde donde se podía escuchar todo; de pronto el ruido cesó, y escuche los pasos de mi tío dirigirse a su habitación. Demás esta decir que no pude dormir esa noche; un poco por la impresión de haber oído lo que oí, pero luego esa impresión se fue transformando en curiosidad de saber lo que se sentía recibir una paliza tal, pero a la vez me repetía a mi misma “No Tatiana, ya tienes 18 años, ya no estás para que te estén pegando”; y luego “pero ¿será tan terrible en realidad?, ¿por qué mi papá nunca lo hizo si varias veces me lo merecí?”, en fin cosas así.

Bueno, había pasado ese fin de semana y el lunes, como de costumbre mi tío Jorge fue a trabajar pues es Contador, mi tía Clara también, ella es Enfermera, Patty al colegio y yo a la academia; pero en la tarde, mi prima salió de casa para hacer la tarea donde una amiga, a mi tía le tocaba guardia diurna, de manera que no regresaría hasta las 7 de la noche, así que estábamos solos mi tío y yo y entonces pregunté:

- ¿Castigaste a Patty la otra noche no es cierto?

- Si...la castigué.

- ¿No te da pena?

- Claro que me da pena hija, pero si no la corrijo ahora... en fin... lo que busco es que sea una chica de bien, definitivamente no quiero que creas que lo hago porque no la quiero.

- ¿Me querrán mis papas? (dije eso en pensando en voz alta)

- ¡Claro que te quieren tonta!, si no, no estarías acá estudiando

- Y ¿Por qué no me castigaron cuando me lo merecía?

- Vaya que a veces lo mereces; bueno, creo que Pepe (así se llama mi papá) tiene su propia forma de educar a sus hijos.

- Si yo fuera tu hija, ¿me pegarías también?

- ¡Claro!, para empezar por lo del Jueves, que debías llegar a las 6 de la tarde y te apareciste a las 9 de la noche, no te partí el trasero porque no eres mi hija que si no...

- ¿Si no...?

- Hay niña, te calateaba y te aseguro que ese short que traes puesto ahora, no te lo hubieras podido poner ni de broma, por lo menos hasta dentro de una semana.

- ¡Ups!.......Tío

- ¿Si mi vida?

- ¿Me tratarías como a una hija mas mientras viva en tu casa?

- ¡¿Qué?!

- Lo que oíste.

- No sabes lo que dices, para empezar, tendría que castigarte por haberme preocupado de esa forma el Jueves pasado y... no seria nada agradable para ti.

- No importa, mientras viva contigo... quiero ser también tu hija, recibir abrazos, besos, mimos y castigos si los merezco, estoy dispuesta vivir bajo tus reglas.

- ¿Por qué?

- Porque... no me quiero... seguir sintiendo una extraña en tu casa.

- ¡¿Te sientes una extraña?!, muy bien, pues... te voy a demostrar que no eres ninguna extraña.

- ¿A que te refieres? (para entonces un frió entró en mi estomago y un gran pánico se apoderó de mi, tanto que empecé a temblar, “hoy me cae”, pensé, pero a pesar del miedo, me sentía segura)

- Ya veras, ve para tu cuarto, te sacas el short, el calzón y me esperas sentada en tu cama yo ya voy.

- ¡¿Me vas a pegar?!

- ¡Si!...y ahora ve, antes que te lleve a rastras, quieres que te trate como a mi hija, pues así lo haré.

Miles de ideas corrieron por mi cabeza mientras subía las escaleras para llegar a mi cuarto o mientras me quitaba aquel short de Jean bien cortito que traía y peor cuando me saque el calzoncito, el frío de sentirme desnuda y el miedo me hacían temblar y a mi corazón latir tan rápido que parecía salirse de mi pecho; entonces entró mi tío, se paró frente a mi y me dijo:

- Tienes viviendo aquí tres meses, te he llamado la atención por llegar tarde hasta dos veces, pero claro, como no podía disciplinarte, has venido haciendo lo que querías; muy bien, a partir de ahora te voy a tratar como a una hija y cada vez que lo amerites, recibirás una zurra.(Entonces se quitó la correa doblándola en dos, por lo que yo no resistí el miedo, claro, me acordé de lo que había oído, así que me tire a sus pies suplicando)

- ¡Perdóname tío por favor!, ¡no me pegues, te prometo ser una chica buena y obediente, pero por lo que mas quieras no me pegues!

- Se que tienes miedo y no creas que no me duele, pero te lo mereces.

Entonces me tomó de un brazo haciendo que me ponga de pie, me dio la vuelta y me dijo:

- Si pones las manos, te doy dos correazos extra por cada ves que las atravieses ¡¿ENTENDISTE?!.

- S...si.

De pronto, el primer correazo cayó justo en el centro de mi hasta entonces, jamás azotado trasero WHAP, ¡AAAAAAAAAAYYYYYYYYYY, por favor tiito, perdóname, voy a ser puntuaaaaaall, no vuelvo a llegar tarde!.

- De eso estoy seguro Tatiana, me dijo y entonces empezó una andanada de azotes WHAP, WHAP, WHAP, WHAP, WHAP, WHAP, WHAP, WHAP, WHAP, WHAP, entre mis nalgas y mis muslos ¡UUUFFFF!, como arde esa condenada correa, sobre todo en mi caso que nadie me había puesto un dedo encima nunca; pero no importó cuanto llorara, brincara, gritara o suplicara, mi tío no se detuvo hasta que hubo contado 50 correazos que fue el castigo que para él yo merecía; pero ahí no quedó todo, pues por poner las manos y haberme tirado al piso en dos ocasiones, me dio 10 correazos mas en las piernas, creo que lo hizo a propósito para que no me pusiera el short que tenia, y que me quedaba bastante corto.

Cuando terminó, a lo primero que atiné fue a tirarme en el piso y frotarme frenéticamente mis pobres nalgas y mis rojísimas piernas, llorando peor que una niña de 5 años y es que el ardor era casi insoportable, pero el me levanto, me sentó sobre sus piernas, me besó, me secó la cara y me dijo:

- Ahora sabes lo que es ser hija mía y así será mientras vivas conmigo.
 
 
Desde esa tarde, han pasado dos años, ahora no me avergüenza confesar que la última zurra que mi tío me ha dado, ha sido hace una semana, por llegar algo mareada después de una fiesta en la Universidad, claro, no me pega mucho, y la verdad, me muero de miedo de sentir esa correa en mi trasero o mis piernas, y de vergüenza de tener que quitarme la ropa para que me zurren a mis 20 años; pero me siento querida y en familia, sí claro, amo mucho a mis padres, pero siento que en cierta forma gané un segundo papá.
 
 
 
 

FIN

 (Krenee31@yahoo.es)
 
 
 

He vuelto a soñar contigo.

Una noche más a tu lado, en mis sueños.

Me hiciste feliz anoche, una vez más, una noche más, en mis sueños....

No fue en realidad un sueño.. fue un recuerdo. El recuerdo de algo que vivimos juntos y que en aquél entonces fue como un sueño, y que hoy sólo es el sueño de un recuerdo.

Cuando estoy enferma siempre sueño con el mismo recuerdo. Siempre recuerdo el mismo sueño.

Aquellos días maravillosos que pasamos juntos en París, en tu casa, en aquella ocasión en la que yo disponía de unos días de vacaciones, pero tú tenías mucho trabajo, y para colmo yo estaba enferma, con una terrible gripe y con fiebre alta, pero a pesar de esos inconvenientes y de que nos íbamos a ver muy poco por el exceso de trabajo que tenías en ese momento, decidimos encontrarnos de todas formas. Ambos deseábamos estar juntos, aunque sólo fuera un ratito por la noche y aunque tú llegaras agotado a casa y yo estuviera enferma.

Fuiste a buscarme al aeropuerto y me llevaste a casa.

Te llevaste un disgusto cuando me viste llegar ¿lo recuerdas?. Sabías que estaba enferma pero yo no te había dicho que estaba tan mal..

- "Si llego a saber que estabas en ese estado, no te dejo venir. Ahora mismo vamos a casa y te vas a meter en la cama"

Me obligaste a comer, vigilaste que me tomara las medicinas y me acostaste en la cama como si yo fuera una niña pequeña y tú el papá que me cuidaba.

Dejaste tu móvil cerca de mí, en la mesilla de noche y tú te llevaste el de la empresa.

-"Te estaré llamando todo el tiempo para ver cómo sigues"

Me llamabas cada 15 minutos y me enviabas mensajes sin parar.

A pesar del estrés que estabas pasando en el trabajo, cada una de tus llamadas, cada uno de tus mensajes, estaban llenos de dulzura, de ternura. Me hacías saber y sentir cuánto me querías, cuánto me deseabas, y yo me sentía la mujer más amada, más deseada sobre la faz de la tierra.

Los asuntos en tu trabajo se complicaban y no podías volver a casa que era lo que en realidad estabas deseando. Eso te ponía de mal humor, y yo intentaba tranquilizarte. No quería que estuvieras preocupado por nada, y menos por mí. Yo estaba bien.
Te esperaba. Quería estar despierta para oírte llegar. Saltar de la cama en cuanto oyera el ruido del coche entrar en el jardín y el de la puerta metálica del garaje. Saltar de la cama y correr a la entrada de la casa , y esperar a que metieras la llave y abrieras la puerta para saltar sobre ti y colgarme de tu cuello.

Pero tú no podías venir. Tardabas. Y al final la fiebre y el cansancio pudieron conmigo y me quedé dormida.

No respondí el último mensaje que me enviaste al móvil, y por ello supiste que me había dormido.

No sé qué hora era cuando llegaste. No te oí . No estaba en la puerta para saltar a tu cuello.

Despacio y sin hacer ruido para no despertarme te acercaste a mí, tocaste mi frente que estaba ardiendo, la besaste con suavidad. Desperté. Abrí los ojos y te vi allí, junto a mí. Te sonreí y rodeé tu cuello con mis brazos. Nos besamos.

Me acariciabas suavemente y yo deseaba que retiraras las sábanas que me cubrían para que pudieras ver que, a pesar de la fiebre, había ido al cajón de las sorpresas, y había descubierto el regalo que me tenías preparado y que no me habías dado, pero que yo conocía porque me lo habías dicho cuando lo compraste. Era un conjunto de lencería negra de seda y encaje. Lo llevaba puesto para que me vieras con él cuando llegases.

Por fin retiraste las sábanas y me viste como deseabas verme. Sonreíste y descubrí en tus ojos un destello que yo conocía muy bien.

Sabía que me deseabas, pero tenías miedo. Estaba enferma y tú no querías forzar.

Volví a rodearte con mis brazos y te di a entender sin necesidad de palabras que yo también te deseaba y que no importaba la fiebre.

Volvimos a besarnos y la pasión fue subiendo en cada beso, en cada caricia.

Te quité la corbata, la chaqueta y la camisa.

Te levantaste de la cama y terminaste de desnudarte.

Diste un tirón a las sábanas y las echaste por el suelo.. Ahora podías verme mejor. Con tu regalo puesto. Con aquél body negro de seda y encaje y el sujetador negro transparente que no tapaba nada, y los finos tirantes con perlitas.

Llevaba también finas medias de seda con liga. Sabía que eso te volvía loco, y ese era precisamente mi objetivo: hacerte enloquecer.

Te quedaste mirándome mucho rato así. Estabas de pié junto a mí, y yo estaba acostada en la cama.

Sentía tu mirada posarse sobre cada milímetro de mi cuerpo. Sentía tu mirada como si me tocara, como si me acariciara.

Te sentaste junto a mí en la cama. Cogiste mis manos en las tuyas y levantándome los brazos viniste sobre mí.

Me cubrió tu silencio lleno de besos, amor, ternura y deseo.

Pasabas tu boca por todo mi cuerpo y me desnudaste arrancándome el body con los dientes.

Tu boca me recorría entera y me hiciste gritar en varias ocasiones, cuando sentía tu lengua sobre mis zonas más sensibles.

Mi boca también recorría cada pliegue de tu piel. Entrabas y salías de mí haciéndome enloquecer.

Rompiste tu silencio cuando me susurraste suavemente al oído que tenías unas ganas locas de azotarme. Luego dudaste

- " Quizás estés muy débil y debamos dejarlo para otra ocasión. No quiero abusar"

Te sonreí:

- "Hazlo mi amor. Yo también lo deseo".

Así, sin motivo. Sin juego. Sin rol play. Sin puesta en escena. Sin excusas. Sólo por el placer de realizar algo que nos gusta a los dos y que ambos deseamos.

Te sentaste en el borde de la cama y yo tomé posición tumbada boca abajo sobre tus rodillas.

Empezaste a azotarme despacio. Un azote en cada nalga, en crucero.

Mis nalgas iban enrojeciendo y tu excitación crecía a medida que el rojo se iba haciendo más intenso.

Ya no pensabas en mi debilidad, en mi fiebre.

El ritmo de los azotes se aceleraba, cada vez eran más fuertes, cada vez más rápido.

Sentía tu mano caer sobre mis nalgas que ya empezaban a acusar el dolor de tantos azotes seguidos.

Sentía, sin poder verlo, cómo vibraban mis nalgas bajo tus palmadas...

¿Cuantos fueron? ¿cincuenta? ¿sesenta? No los conté.

Empezaste a acariciar mi entrepierna con tu mano izquierda mientras que seguías azotándome con la derecha.

Yo ardía y no era sólo por el efecto de la fiebre. Mi respiración se entrecortaba y sentía que iba a estallar una vez más. Ya me habías hecho estallar tres o cuatro veces desde que empezamos a besarnos esa noche.

Contigo, contigo mi amor, estallar era muy fácil. Cada estallido dejaba mi sensibilidad preparada para que el siguiente viniera más rápido.

Tú adorabas verme estallar así, una y otra vez, estallidos violentos, salvajes. Te volvías loco y perdías la cabeza y el control, y en más de una ocasión sólo lo recuperabas cuando yo ya me había desmayado, y entonces te arrepentías de ser tan bruto, y te entraba complejo de culpabilidad.

Yo nunca dije "stop" a nada. Nunca te dije que no a ninguna de tus locuras. Nunca puse un freno a tu pasión y a tus deseos, y cuando el resultado era mi desmayo, me reñías por no haberte parado a tiempo. Pero yo no quería pararte. Yo sabía cómo hacerte perder la cabeza, y siempre intentaba volverte más loco, y descubrir cuál era el límite de tu pasión.

Seguías azotándome con tu mano derecha. Yo sentía el dolor mezclado con la suavidad y el fuego que provocaban en mí las caricias de tu mano izquierda en mi entrepierna.

Todas esas sensaciones juntas, Era como una olla exprés en la que se mezclaban todos los sentimientos, la exaltación de las sensaciones más opuestas. cocinándose juntas bajo una presión de miles de grados y que no tardaría en estallar.

Yo notaba también tu tensión, tu calor. Tu sexo acariciaba mi vientre. Lo sentía cada vez que mi cuerpo se movía como respuesta a tus azotes. Me estremecía y ese estremecimiento provocaba roces en tu sexo, y esos roces aumentaban tu pasión. Sentía tu respiración entrecortarse. El deseo te devoraba como a mí, pero tú lo alargabas. Alargabas el momento para disfrutar más. Para llegar al éxtasis sólo cuando ya no podías, no podíamos, más.

Volví a estallar sobre tus rodillas. Me giraste. Quedé sentada sobre ti mi cara frente a tu cara. Nos volvimos a besar apasionadamente. Me tumbaste en la cama. Nuevamente viniste sobre mí. Volvimos a recorrernos con las manos, con la boca. Ardíamos en deseos, nos abrasábamos en el fuego de nuestra pasión.

Con dulzura, con delicadeza, me giraste de nuevo y quedé tumbada boca abajo sobre la cama. Pusiste ambos almohadones debajo de mi vientre para dejar mis nalgas bien en evidencia.

Tus labios me recorrieron despacio desde la nuca hasta la entrepierna.

Yo sabía lo que ibas a hacer, lo que venía a continuación, y mi respiración se paralizó.

Te levantaste. Me quedé muy quieta, sin moverme, en la posición que tú me habías puesto. Esperaba que volvieras. Sabía que ibas a buscar la cane.

Te colocaste detrás de mí. Pasaste la cane suave por mis nalgas, por mis muslos. Diste un golpe seco al vacío y ese golpe cortó el aire provocando un silbido que yo conocía muy bien. Un silbido al que temía pero que a la vez deseaba.

Mi estómago dio un vuelco.

Te sentí tomar impulso.

Cayó el primer azote justo en el centro de mis nalgas. Sentí el fuego que quemaba mi piel. Me estremecí. Mordí mis labios. Quería gritar pero no debía. Tú no querías. Me lo prohibías siempre. Cerré mis puños esperando el siguiente, y luego el siguiente. Impactos que parecían cortar mi piel. Pero era solo una impresión. Tú sabes manejar la cane y jamás has provocado ni el más mínimo corte, ni la más leve herida en mis nalgas.

Las lágrimas resbalaban por mis mejillas. Me decía a mí misma:

- "Sé valiente. Aguanta hasta el final"

No sabía cuántos iban a ser. Tú no me lo habías dicho.

Fueron 20.Lentos, muy lentos. Bien calculados y con una puntería increíble. Impactaron en diferentes zonas dejando su huella en forma de finas tiras rojas que luego se pondrían violetas.

Entre cada uno de los azotes intercalabas caricias. Pasabas la cane por mi espalda, suavemente, por mis nalgas, por mis muslos. Te acercabas, pasabas tus dedos suavemente sobre cada nueva marca en mi piel. La besaba, y tu lengua seguía su rastro.

Soporté los 20.

Tu excitación iba en aumento, y yo, aún de espaldas podía notarla.

Viniste sobre mí. Me acariciaste las nalgas, las recorriste con tu boca. Sentí el alivio que la humedad de tu lengua provocaba al recorrer mis nalgas y mis intimidades. Nuestro fuego se avivaba...

Te sentí incorporarte un poco y vi tu mano abrir el cajón de la mesilla donde guardabas los juguetes. Vi como seleccionabas uno. Me acariciaste con él la entrepierna y lo introdujiste en mi intimidad principal sin esfuerzo.. Estaba muy húmeda y no te costó trabajo hacerlo.

Supe en ese momento cómo me harías tuya, qué intimidad te reservabas...Lo sabía Sabía que te encantaba poseerme así cuando mis nalgas estaban aún ardiendo tras una azotaina.

Te sentí entrar dentro de mí. Mis nalgas ardían y tus movimientos de va y ven sobre ellas aumentaban mi dolor, pero también mi fuego y tu pasión.

Con una mano movías el juguete que habías introducido en mi otra intimidad, al mismo ritmo y con la misma fuerza con la que tú te movías en la otra.

Yo gritaba. No podía más. Tu silencio envolvía mis gritos. Sentía tu respiración en mi nuca. Sabía que ya... que ibas a explotar de un momento a otro. Cerré los ojos para concentrarme mucho en esa sensación: sentir tu fuego invadirme, inundarme.. Maravillosa sensación no comparable con ninguna de las que he sentido en mi vida hasta que te conocí.

Estallamos a la vez, en una explosión violenta y salvaje que nos transportó a otro mundo y nos dejó a ambos agotados y sin fuerzas.

Cuando nuestros corazones recuperaron su ritmo y nuestra respiración se normalizó, saliste de mí, volviste a girarme hasta dejarme tumbada boca arriba en la cama. Me rodeaste con tus brazos. Nos besamos, y con mi cabeza apoyada sobre tu pecho y protegida por tus fuertes brazos que rodeaban mi cuerpo, fui a reunirme con Morfeo, y a contarle que ni en el mundo real ni en el de los sueños, encontraría nunca una princesa más feliz que yo.
 
 
No me duele recordarte

No me duele soñarte

No me duele vivir lo que he vivido contigo

Sé que me amas como yo te amo a ti.

Sé que me sueñas como yo te sueño a ti.

Sé que sufres esta ausencia como la sufro yo. Pero la vida no es un sueño. Es una realidad cruel que se empeña en mantener separados a los que se aman imposibilantándoles vivir la pasión con la que sueñan y desean.

Sé que, a pesar de que el destino se empeñe en lo contrario, nuestro amor, lejos de disminuir, aumenta cada día.

No te tengo, pero nos vemos en sueños.. En nuestros sueños.

No podemos estar juntos, pero tenemos nuestros recuerdos y la esperanza. La esperanza de que, en la vida, como en los cuentos, al final truinfará el amor. El verdadero amor que todo lo puede y a todo vence.

No tengo nada que reprocharte, y sí mucho que agradecerte. Me enseñaste a amar, y me hiciste sentir amada. La mujer más amada del mundo, y aún hoy me siento así porque sé que me amas, y más que antes si cabe.

No amor mío, no tengo nada que reprocharte, pero... cariño mío....¿Por qué no me enseñaste a poder vivir...... sin ti?
 
 
 
 

FIN

Un Cuento de Hadas


Escrito por: Krenee (krenee31@hotmail.com)

http://www.geocities.com/azotainas/w100.html




Nota de la Autora:

Esta es una historia real. No hay nada inventado en ella, ni una sola coma. Me ha costado mucho trabajo escribirla. Soy muy reservada y no me gusta andar contando mi vida así como así, pero tanto Tim como yo, hemos pensado que puede ayudar a muchos de vosotros, que como yo, hemos sufrido por sentirnos bichos raros por nuestra fantasía, hemos desesperado pensando que nunca haríamos realidad nuestro sueño, y cuando por fin aparece nuestro príncipe azul, el sueño no es precisamente un cuento de hadas.

Pero esto es también un canto a la esperanza... Es posible, todo es posible si se tiene fe...

Espero que os guste, y sobre todo que alguien le sirva de ayuda




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Prólogo de Tim (traducido por Krenee):

Después de algunos dias de ausencia por los dramáticos motivos que conoceis, tengo por fin un poco de tiempo para escribir en el club. Estas líneas me hubiese gustado hacéroslas llegar mucho antes, pero, como ya os ha dicho Krenee , estaba totalmente indisponible estas últimas semanas.

La vuelta de Florencia ha sido muy dura tanto para ella como para mí, catapultado en la horrible actualidad, tuve que volver precipitadamente y puedo aseguraros que no ha sido fácil.

Seguidamente, una vez que nos hemos serenado, Krenee ha decidido abriros un poco más su corazón y su vida, lo ha hecho de una forma magistral escribiendo un larguísimo texto que me gustaría titular "Pequeña autobiografía de un hada".

Incluso si cuando leí el relato por primera vez, fui reticente a que publicase algunos capítulos de nuestra relación, más tarde la animé a hacerlo.

Como ya lo hemos dicho y repetido, nuestra historia puede que haga que algunos de vosotros toméis consciencia que es posible realizar un sueño. LO ES, pero que en ningun caso, todo se convierte de pronto en un sueño. La realidad existe, está ahi y nos influye en nuestra vida de todos los días y eso no debemos olvidarlo. Sin embargo, el sueño existe, es realizable y al alcance de cada uno. Estoy firmemente convencido. Es fácil- me diréis- he tenido la inmensa oportunidad de encontrar a este maravilloso pequeño SER que es Krenee. Si, exactamente, es mucho más fácil hablar como lo hago viviendo NUESTRO SUEÑO juntos. Sin embargo, todo no es siempre rosa, todo no lo ha sido nunca, y todo no es como queremos que sea. Ella lo relata perfectamente en su relato.

La puerta del sueño (virtual o real), abriéndose sobre la realidad o viceversa, desgraciadamente nunca se cierra, razón por la que todos debemos aprovechar plenamente esos momentos mágicos que se nos dan, y sobre todo, no pasar al lado de las oportunidades de la Magia y del Sueño. Estoy plenamente convencido de que la media naranja de cada uno existe (aqui está la prueba) y que la paciencia debe ser la virtud absoluta para el que quiera descubrirlo. El/ ELLA EXISTE

"Te agradezco pequeña hada que seas como eres. Eres mágica y me haces vivir momentos de Realidad tan intensos y profundos que cada minuto en tu presencia me hace pensar en un Sueño.

Te agradezco igualmente tu altruismo, que hace soñar y que debe empujar a todos los que aún no han encontrado el Amor y el compartir a dirigirse en esa dirección.

GRACIAS POR SER TAN FANTASTICA KRENEE-TE QUIERO"
Después de algunos dias de ausencia por los dramáticos motivos que conoceis, tengo por fin un poco de tiempo para escribir en el club. Estas líneas me hubiese gustado hacéroslas llegar mucho antes, pero, como ya os ha dicho Krenee , estaba totalmente indisponible estas últimas semanas. La vuelta de Florencia ha sido muy dura tanto para ella como para mí, catapultado en la horrible actualidad, tuve que volver precipitadamente y puedo aseguraros que no ha sido fácil. Seguidamente, una vez que nos hemos serenado, Krenee ha decidido abriros un poco más su corazón y su vida, lo ha hecho de una forma magistral escribiendo un larguísimo texto que me gustaría titular "Pequeña autobiografía de un hada". Incluso si cuando leí el relato por primera vez, fui reticente a que publicase algunos capítulos de nuestra relación, más tarde la animé a hacerlo. Como ya lo hemos dicho y repetido, nuestra historia puede que haga que algunos de vosotros toméis consciencia que es posible realizar un sueño. LO ES, pero que en ningun caso, todo se convierte de pronto en un sueño. La realidad existe, está ahi y nos influye en nuestra vida de todos los días y eso no debemos olvidarlo. Sin embargo, el sueño existe, es realizable y al alcance de cada uno. Estoy firmemente convencido. Es fácil- me diréis- he tenido la inmensa oportunidad de encontrar a este maravilloso pequeño SER que es Krenee. Si, exactamente, es mucho más fácil hablar como lo hago viviendo NUESTRO SUEÑO juntos. Sin embargo, todo no es siempre rosa, todo no lo ha sido nunca, y todo no es como queremos que sea. Ella lo relata perfectamente en su relato. La puerta del sueño (virtual o real), abriéndose sobre la realidad o viceversa, desgraciadamente nunca se cierra, razón por la que todos debemos aprovechar plenamente esos momentos mágicos que se nos dan, y sobre todo, no pasar al lado de las oportunidades de la Magia y del Sueño. Estoy plenamente convencido de que la media naranja de cada uno existe (aqui está la prueba) y que la paciencia debe ser la virtud absoluta para el que quiera descubrirlo. El/ ELLA EXISTE "Te agradezco pequeña hada que seas como eres. Eres mágica y me haces vivir momentos de Realidad tan intensos y profundos que cada minuto en tu presencia me hace pensar en un Sueño. Te agradezco igualmente tu altruismo, que hace soñar y que debe empujar a todos los que aún no han encontrado el Amor y el compartir a dirigirse en esa dirección. GRACIAS POR SER TAN FANTASTICA KRENEE-TE QUIERO"



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UN CUENTO DE HADAS


Florencia, santuario del Renacimiento... Iglesias, museos, pinacotecas...
Florencia es arte y cultura, pero Florencia es también romanticismo, y en ella todo parece historia y leyenda. Al caminar por sus estrechas calles, desde la Piazza del Duomo, en donde la admiración de la inmensa catedral de Sta Maria de las Flores (una de las mas grandes del mundo), deja ya sin habla, e invita al misterio y al recogimiento, y a dejar volar la imaginación soñando con las fantasías más variadas, hasta la Piazza della Signoria, con el Palacio Vecchio (actual ayuntamiento), en donde en la edad media se realizaban públicamente todo tipo de actos...espectáculos de masas mítines políticos, ejecuciones, castigos... pasando por el amarillento Ponte Vecchio, sobre el río Arno, y que es la más pura expresión del romanticismo de la ciudad... o simplemente descansando en los jardines Boboli, todo se vuelve diferente: Te empapas de un ambiente que estremece, como si de pronto, se hubiera detenido el tiempo, como si el Renacimiento volviese nuevamente... Parece que de un momento a otro te vayas a encontrar con Miguel Angel, o con Leonardo Da Vinci, con Brunelleschi o con Los Medicis, o con el mismo Maquiavelo, enterrado junto a Miguel Angel en Santa Croce, o con Dante y su Divina Comedia.. Todos ellos ilustres florentinos.

Krenee respiraba ese ambiente renacentista en cada piedra de la ciudad... Paseaba por las calles abrazada a Tim, y en cada rincón, en cada museo, frente a cada estatua, a cada cuadro, dejaba volar su fantasía y su imaginación... Imaginó a la Venus de Botticelli nalgueada por Marte cuando sale del mar, y atada a la concha, sirviendo de cuerda su larga melena...

Imaginó a Miguel Angel azotando al David, y a Cosme de Medicis azotando a su prima Catalina para obligarla a casarse con Enrique II de Francia, en contra de su voluntad, ya que estaba enamorada de un general florentino.. Imaginó a Clemente de Medicis (el Papa Clemente VII) y feroz perseguidor de los protestantes, aplicando castigos a toda muchacha acusada de posible protestantismo.. e imaginó a Dante atravesando su infierno, en escenas jamás relatadas en La Divina Comedia... Y a Maquiavelo escribiendo su príncipe con pluma de ganso y amarillento papel apoyado sobre las rojas nalgas de una damisela...

Krenee le contaba a Tim todas esas fantasías y Tim reía...

-!Vaya imaginación que tiene mi hadita.....!..¿Sabes?, cuando volvamos al hotel seré Cosme De Medicis y tu serás Catalina..

-mmmmm ¿Y no puedes ser Marte y yo Venus???

-Ja ja ja ja ... También mi amor, también.


De vuelta al hotel ambos estaban agotados, habían recorrido desde muy temprano la cuidad andando, habían visitado casi todo lo visitable, y no habían parado ni un minuto..

Las fantasías relatadas por Krenee, y más tarde, la decisión de Tim de hacer realidad esas fantasías les había excitado. Tim había imaginado el salón del hotel (un hotel maravilloso situado en el corazón de Florencia) que es un salón inmenso, tapizado con una bellísima alfombra en tonos ocres, y sillones dieciochescos, bellas paredes tapizadas de cuadros y de lámparas simulando candelabros, y... una chimenea...

Tim le había contado a Krenee cómo le hubiese gustado nalguearla en aquél salón, frente a la chimenea (por supuesto en invierno, no en las fechas que estaban)..En aquella azotaina imaginada por Tim, no faltaba ninguno de los elementos necesarios para hacer fuego y mantener una chimenea.... y todo ello inundado con champagne...

Cierto es que el hotel, el ambiente florentino... todo, todo invitaba a la lujuria...

Tim imaginó la azotaina del salón del hotel, bajando Krenee las escaleras de caracol con un vestido largo blanco, vaporoso, y sin nada debajo, excepto unas medias, también de color blanco.. El la esperaría frente a la chimenea, con una copa de champagne en la mano y mirando el reloj. Nada más llegar Krenee al salón, la tomaría de la mano y la tumbaría sobre sus rodillas, en uno de los maravillosos sillones frente a la chimenea... Krenee sería azotada por retrasarse.. en realidad, por cualquier motivo.. da igual... Le levantaría la falda del vestido y empezaría a nalguearla con la mano.. despacio, y luego tomaría el cepillo para recoger las cenizas (es un inmenso cepillo de madera), y cuando Krenee tuviese las nalgas bien coloradas, beberían champagne, se lo derramarían uno en el cuerpo del otro, en los sitios más estratégicos... y harían cosas muy, muy indecentes...

No podía ser la azotaina del salón... había demasiada gente... Pero ambos se habían excitado muchísimo con la idea y con la detalladísima descripción de todos los pormenores que Tim le iba relatando a Krenee mientras caminaban de vuelta al hotel.

No, la azotaina no sería en el salón, pero la habitación del hotel tampoco se quedaba corta a la hora de invitar a la lujuria y al desenfreno...

Una gran habitación enmoquetada en tonos azules-grisáceos...

Una cama inmensa (en realidad dos camas inmensas en una), sobre un canapé, que hacen que la cama gane altura.. Dos ventanas vestidas con la misma tela que la moqueta y la colcha y desde donde se divisa casi toda la cuidad.. Dos confortables sillones de brazos a juego con las cortinas rodeando una mesa baja de cristal, un escritorio de madera cuya mesa llega justo a la altura requerida, y su confortable silla en frente; una nevera repleta de lo necesario, (hasta Don Perignon, encargado por supuesto por Tim,) y un cuarto de baño de fábula con un inmenso espejo que tapiza toda la pared.......

Krenee se dejó caer en la cama.. Estaba muerta.

Tim se tumbó junto a ella, la rodeó con sus brazos y la besó largamente. Krenee sintió la excitación de Tim y comprendió que aquella sería una noche muy larga y llena de emociones.

Ambos se hacían caricias suaves, se besaban tiernamente.. Llevaban mucho tiempo sin verse, y la última vez que se vieron fue tan corto y tan rápido, después de una larga separación también, que les supo a poco.

Afortunadamente esta vez tenían diez días por delante para estar juntos.. ¡Diez días!.. En los casi once meses que llevaban de relación, nunca habían estado juntos tanto tiempo.

No tenían tiempo para mucho, ya que se acercaba la hora de la cena.

Tim le había dicho que quería cenar en el restaurante del hotel, y luego tomar la primera copa de champagne en el salón de la chimenea.. La idea le excitaba...

Krenee se duchó y se arregló. Se puso un vestido de terciopelo de color burdeos, largo hasta los pies, y con una abertura a cada lado que llegaba hasta medio muslo. Los hombros desnudos y en la espalda un generoso escote. Krenee no puede llevar sujetador cuando se pone ese vestido.

Tim le había dicho que no se pusiera bragas, así que Krenee no llevaba nada debajo, excepto las medias negras de Yves Saint Laurent, las preferidas de Tim ya que llevan el anagrama de la marca pegado en brillantitos en el tobillo izquierdo, y eso a Tim le excita muchísimo.

Krenee terminaba de peinarse y de perfumarse (Chanel 5 es el perfume que ella usa desde hace muchos años; es el perfume de su madre, y, como era el que había en casa, Krenee se acostumbró a usarlo).

Tim se acercó a ella, llevaba un estuche en la mano. Krenee conocía bien ese estuche, y un escalofrío la recorrió entera...
Tim la miró...

-¿No pretenderás que salga con eso verdad??- Preguntó Krenee con la voz temblorosa

-Si mi amor, por favor....

-No Tim, no.. ¿Estás loco??....

El estuche contenía unas bolas de geisha. Las habían utilizado muchas veces en sus juegos, a Tim le encantaban y a Krenee no le disgustaban, pero salir a cenar con las bolas puestas... Aquello era una locura..Era un hotel caro, un restaurante elegante.. Krenee ya hacía bastante con aceptar salir sin bragas...

Tim se acercó a Krenee, la abrazó dulcemente..

_Por favor amor mío.. me hace mucha ilusión... Saber que debajo no llevas nada, y que llevas puestas las bolas.. Será una cena inolvidable.. No puedes entender todas las sensaciones que voy a vivir....

Krenee lo entendía. Conocía a Tim. Sabía que le encantaba prolongar mucho los juegos. Le encantaba excitarse hasta no poder aguantar más, y aguantaba.. Nunca había conocido a nadie que aguantase tanto como Tim, a nadie que supiese disimular bajo una aparente frialdad, el volcán en erupción que había dentro de él, y esa sensación le gustaba.. Era como un reto, excitarse, excitarla a ella, durante mucho, muchísimo rato, y disimulando con aparente calma, con aparente frialdad todo ese cúmulo de sensaciones, para después, una vez a solas, estallar en el más violento, en el más salvaje, en el más apasionado momento de amor intenso.

-Tim, yo no voy a poder disimular delante de todo el mundo que llevo las bolas.. Tú no sabes qué sensaciones producen en mí..

-Sí lo sé mi vida... Lo sé perfectamente

Krenee sabía que era cierto. Tim la conocía perfectamente, sabía mucho mejor que ella, donde estaba cada uno de sus puntos, donde tocar para conseguir lo deseado.. Sabía donde debía acariciarla si lo que buscaba era ternura, sabía dónde tenía unas diabólicas cosquillas que no podía aguantar, si lo que buscaba era reírse, y sabía dónde y qué debía hacer si lo que buscaba era hacerla estallar.. y lo conseguía cada vez que se lo proponía, que dicho sea de paso eran muchas veces al día...

Krenee sabía que las bolas eran peligrosas.. La hacían estallar con muchísima facilidad... Y no podía dedicarse a tener estallidos en el comedor ni el salón de un hotel elegante y delante de todo el mundo. Además sabía que Tim no se estaría quieto (las manos de Tim jamás se están quietas) por debajo de la mesa y que movería el cordoncito, y los estallidos podían ser tremendos...

Tim la había enseñado, en su preparación para geisha, a disimular cuando él le hacía cosas por debajo de la mesa, en público, y Krenee lo había conseguido.. Le había costado muchos azotes, muchísimos, pero ya lo dominaba perfectamente, y permanecía impasible en esas situaciones ante las caricias de Tim, aunque por dentro ardiera la llama del deseo...Pero las bolas... Las bolas era otra historia...

Tim estaba sentado sobre el escritorio, Krenee estaba de pie frente a él, justo entre sus piernas.. La tenía abrazada contra su pecho..y la besaba..

-Por favor, mi vida...

Krenee temblaba. Nunca le negaba nada a Tim. Ella era feliz haciéndole feliz a él, y por ello le seguía en todas sus locuras, aunque algunas de ellas fueran bastante peregrinas... Pero esta vez Tim se pasaba... Aquello no era una locura, es que sencillamente no tenía ni cabeza ni pies...

Tim conocía muy bien la educación que Krenee había recibido y sabía que para ella eso era un tremendo esfuerzo... No la forzaba. Tim nunca la forzaba a hacer nada. La convencía con besos y caricias, con ternura, con amor, y si al final ella decidía que no (no había pasado nunca), él no se enfadaba ni se lo tenía en cuenta.. Tim comprendía.. Sólo estaba midiendo hasta dónde era capaz ella de llegar..

Krenee titubeaba en brazos de Tim. No quería negarle nada, pero.. aquello era demasiado.. Sobre todo porque no estaba segura de poder quedarse impasible, no estaba segura de conseguir disimular hasta el punto de que nadie se diera cuenta, y montar un escándalo que por nada del mundo quería montar.. Ella no soportaría la vergüenza de un escándalo así, no estaba preparada para ello.

Tim la miraba fijamente y la acariciaba.. Esperaba la decisión final y no la presionaba.. Pero Krenee vivía una terrible presión dentro de ella.. ¿Si? ¿no?... Parecía una olla expres a punto de reventar... Por fin se abrazó a Tim y escondiendo la cara en su pecho le dijo..

-Vale, pero si no puedo aguantar me las quito-

Tim la abrazó y la besó con ternura infinita.. la tomó en brazos y la llevó a la cama, la tumbó boca arriba, con las piernas abiertas y plegadas,... sacó las bolas del estuche, y empezó a acariciarla, despacio... La besó nuevamente para que se relajara.. Estaba tensa, muy tensa...

La tumbó sobre sus rodillas, y empezó a azotarla.. Sabia que así se relajaría...Azotes no muy fuertes, no muy rápidos, en crucero..

Poco a poco fue subiendo la intensidad de los azotes.. cada vez mas fuertes, cada vez más rápidos..

Las nalgas de Krenee vibraban con los azotes.. se oían los golpes secos de la mano de Tim...

Krenee se mordía los labios.. Empezaba a doler de verdad y las nalgas ya le ardían..

Cuando alcanzaron el color deseado por Tim (unos 50 azotes en cada nalga más o menos), la volvió a acostar en la cama, se tumbó junto a ella y de nuevo empezó a besarla y a acariciarla.

Las caricias y los besos de Tim fueron relajando a Krenee que comenzó a excitarse paulatinamente.. Tim continuaba con las caricias, sabía cómo mover sus dedos y su boca para conseguir lo que quería.. La excitación de Krenee iba en aumento, y por fin... estalló en brazos de Tim....Eso era lo que él quería, el estallido de ella....ahora podía introducir las bolas con facilidad....

Salieron de la habitación. Krenee sabía que Tim observaba cada gesto, cada movimiento que ella hiciese..

Estaba incómoda.. Andar con las bolas puestas no es fácil..Hace que toda la zona se sensibilice hasta tal punto, que entran unas terribles ganas de cerrar las piernas y apretar para poder estallar...

No sería fácil la noche.. No lo sería en absoluto...

Se sentaron en una mesa para dos cerca de una ventana..Una cena deliciosa.. A Krenee (que come muy poquito) le encanta la pasta italiana, es uno de sus platos favoritos, y había pedido un plato en que había un poquito de casi todas las pastas conocidas.. Tim pidió Ossobucco, y .. Sassicaia. para regar la cena. La noche lo merecía... De no haber sido por las bolas, Krenee habría disfrutado de verdad comiendo, y eso le ocurre pocas veces, ya que ella es partidaria de que inventen de una vez una pastillita que sustituya a la comida, para no tener que comer... (Para el que quiera, claro.. al que le guste comer que siga comiendo..).

Tim estaba excitado.. y aunque lo disimulaba muy bien Krenee lo notaba.. Lo sabía.

Por debajo de la mesa pasaba de vez en cuando su mano, la subía lentamente por las piernas de Krenee hasta llegar al cordoncito de las bolas.. Tiraba de él, sacaba una bola, y luego la volvía a meter..

Krenee hacía como que se reía de algo, y se tapaba la cara con la servilleta para que nadie notara sus gestos.. Imposible disimular..Sentía unos tremendos deseos de cruzar las piernas, cerrarlas, apretar...Se estaba volviendo loca con esas sensaciones.. Tim lo sabía y eso le excitaba mucho más..

Krenee se quitó un zapato y subió un pie por debajo de la mesa.. Lo puso encima de Tim y comenzó a acariciarle por encima del pantalón. Acercó su mano para bajar la cremallera..

-No cariño, no lo hagas, dijo Tim...

-¿Qué no lo haga?? Ahora vas a saber lo que estoy pasando yo...

Bajó la cremallera del pantalón de Tim, metió el pie y empezó a acariciarle...

Tim la miraba y le suplicaba que parase o se arriesgaba a manchar de forma delatora y poco elegante el pantalón. Krenee no quería parar... Se estaba vengando...

-Te vas a acordar de esto.. Para o no podrás sentarte en un mes-

-De todas formas no voy a poder sentarme en un mes....

Y no paró...

Tim se apartó de ella... Echaba fuego por los ojos.. La miraba fijamente con una severidad que en muy pocas ocasiones Krenee había visto en él...

Terminaron de cenar y fueron al salón de la chimenea.. Se sentaron en una mesa justo en frente. Pidieron Don Perignon... Tim se levantó y se dirigió a la chimenea. Le hizo una indicación a Krenee de que le siguiera. Ella fue con él. Tim le enseñó el cepillo para recoger la ceniza... ffffffffff era inmenso, y uno a uno fue enseñándole todos los instrumentos allí colocados. Le explicaba cuál era la función real (para disimular ante los demás) y le susurraba al oído lo que le haría a ella con cada uno de los instrumentos por su comportamiento durante la cena.

A Tim le apetecía prolongar la velada un poco más.. Estaba terriblemente excitado y prolongar la velada le excitaba más..
Krenee era más partidaria de ir a la habitación, pero sabía que Tim aún quería continuar jugando..

Preguntaron en recepción dónde podían ir.. Querían un sitio tranquilo, para tomar una copa, con música suave. Allí les indicaron un café-pub cerca de los jardines de Boboli..

La noche era maravillosa, e invitaba a caminar... Krenee adoraba cruzar el Ponte Vecchio.. Era romántico, tremendamente romántico.. Tim la abrazaba.. la besaba a cada paso.. Estaba muy excitado y Krenee no sabía si aguantaría más..

Entraron en el café y pidieron una copa..Tim empezó a reñirla por su comportamiento durante la cena, y le explicó lo que le iba a hacer cuando llegaran al hotel.. Se merecía una azotaina por traviesa.. Krenee no estaba de acuerdo con el castigo (raro en ella por que siempre acepta sin rechistar los castigos que le impone Tim), pero quizás el champagne, mezclado con el vino.. Krenee no bebe casi nunca, así que con un poquito que beba alguna vez se le sube enseguida a la cabeza...

Krenee discutía y decía que no estaba de acuerdo.. Tim, que no está acostumbrado a que ella discuta, se iba enfadando por momentos, (jugaban.. solo jugaban..)..Krenee no estaba dispuesta a asumir su castigo, entonces Tim la tomó por un brazo, la levantó de la silla donde estaba sentada y la sentó en sus rodillas...Krenee creyó que la azotaba allí mismo delante de todo el mundo..

Los vecinos de mesa (un grupo de 3 parejas) se quedaron mirando la escena, con cara de pocos amigos.. Parecía que estuviesen preparados para intervenir a puñetazos contra Tim...

Ni a Tim ni a Krenee les gustó que nadie interviniera en sus vidas, así que pagaron y se dispusieron a marcharse de aquél lugar..Cuando iban a salir Krenee se armó de valor, se acercó a la mesa de los que habían sido sus vecinos, y les dijo: È il mio uomo. Appartengo a lui. Può fare con me che cosa desidera (Es mi hombre. Le pertenezco. Puede hacer conmigo lo que quiera)...

Y salió corriendo a refugiarse en los brazos de Tim..

Le temblaban tanto las piernas que podía en cualquier momento doblarse el tobillo y caerse de los tacones de aguja de los negros zapatos de charol.. Tim lo sabía y la sujetaba fuerte por la cintura.. Krenee escondía su cara en el pecho de Tim para no mirar a nadie.. Estaba muerta de vergüenza pero orgullosa de su "hazaña"...

Nunca habría pensado que ella pudiese haber sido capaz de hacer algo así..

Tim estaba orgulloso.. Le había sorprendido la reacción de su "leona" diciendo esas palabras en italiano...

Salieron del local a toda prisa.. Tim se reía, no lo podía evitar.. Krenee, una vez fuera del local, también se reía de la cara de idiotas que habían puesto todos.... Estaban locos.. locos de atar...

Por fin llegaron a la habitación..

Aún se reían ambos de la escena vivida...Tim se acercó a Krenee y abrazándola con fuerza la besó tiernamente...

-Gracias pequeña geisha, gracias por todas las maravillosas sensaciones que me has hecho vivir esta noche inolvidable..

Te quiero mi amor.. Estoy loco por ti..Pero... tu comportamiento en la cena, no ha sido el comportamiento de una geisha.. Me has desobedecido...

Krenee bajó la mirada..

Tim la tomó por la barbilla y la obligó a levantar la vista..

-¿Qué crees que debo hacer contigo??

Krenee guardó silencio

-Amor mío, estoy hecho un lío.. tengo tantos motivos esta noche para premiarte, que por una vez, por una sola vez, voy a dejar que seas tú quien elija el castigo que mereces...

Krenee no respondió...

Ella nunca responde a esas preguntas.. No sabe.. Prefiere que sea Tim quien decida su castigo.. No le gusta decidir a ella...

Ante el silencio de Krenee Tim dijo:

-Bien... entonces decidiré yo...

Tim la acercó al escritorio...

-Túmbate

Krenee se inclinó sobre la mesa..

Tim se acercó al armario y Krenee sintió (ya que no podía verle) que abría la maleta.. Pensó: ¿Qué mas habrá traído este hombre?....

Tim se acercó a ella....

-¿Sabes que es??

Krenee miró... ¡La fusta!.. ¡La fusta del triángulo que habían comprado en París en el sex shop y que casi no habían utilizado!!!

Tim se quitó la chaqueta, la corbata y la camisa...

Levantó la falda del vestido de Krenee y la dobló en la cintura...

Se colocó detrás de ella y empezó a acariciarla con la fusta... lentamente, suavemente... Y cuando Krenee menos lo esperaba...

Zas!! El primer golpe...

Krenee no pudo evitar que se le escapara un grito...

Tim continuó azotándola despacio.. muy despacio por toda la superficie de las nalgas... Por la parte baja de la espalda, por el centro de las nalgas, por el lugar de unión entre los muslos y las nalgas, por los muslos...

Todo el cuerpo de Krenee se estremecía con cada uno de los azotes..Dolía, dolía muchísimo..Krenee se agarraba con fuerza a los extremos de la mesa. No pudo más y empezó a llorar...

Tim seguía azotándola..Sus nalgas empezaron a llenarse de marcas rojas, como rayas de cebra, pero en rojo..Tim se centró en la zona de unión de las nalgas y los muslos.. El dolor era insoportable..

Tim estaba loco, y era peligroso.. muy peligroso..

Después de unos 30 azotes más o menos, tiró la fusta al suelo, se abrazó a Krenee y sin desnudarla se pegó prácticamente a ella....La hizo suya así.. en ese momento.. por donde le gusta hacerlo cuando ella está recién azotada.. para sentir el calor de sus nalgas ardiendo...Al mismo tiempo jugaba con las bolas que aún estaban dentro de ella...

Krenee empezó a gritar, a retorcerse .. no podía resistir.. Ambos rodaron por la moqueta... Tim arrancó prácticamente el vestido de Krenee y Krenee arrancó prácticamente los pantalones de Tim... Ardían.. estaban locos, fuera de control..Tim se levantó y fue a buscar el champagne...Como en el relato que él le había descrito horas atrás: Fuego, pasión, azotes, amor ....Noche de lujuria y desenfreno bañada en dulces burbujas de champagne.



Tres días inolvidables pasaron en Florencia. Dieron rienda suelta a todas las fantasías que se les ocurrieron, se amaron con toda la pasión imaginable, inventaron y descubrieron cosas nuevas en su intento constante de llegar hasta el fondo de todos sus fantasmas.

Pero lo bueno se acaba pronto y tenían que regresar.. Krenee trabajaba. Se las había arreglado en el trabajo para tener que ir poquito y poder dedicarle mucho tiempo a Tim, pero no había sido fácil. Todo el mundo en su trabajo sabía que Tim iría aquella semana, y hubo algún jefe "celoso" que intentó hacerle la puñeta impidiendo y poniendo pegas para que ella pudiera tener tiempo libre. Hasta tal punto llegó la cosa que Krenee tuvo que hacer intervenir a un jefe superior, ya que no era justa, ni tenía sentido la decisión de imponer más trabajo a Krenee, trabajo que podía hacerse en otro momento... Ella sabía que eso lo pagaría caro, pero le daba igual.. Disfrutaría de una semana entera con Tim y tendría mucho tiempo para estar con él....

Pero parece que el destino se quiera enseñar con esta pareja de enamorados, y ellos proponen y una mano negra es la que dispone...

A los dos días, los acontecimientos internacionales (los atentados de N. Y) hicieron que Tim (que trabaja en una organización internacional) tuviera que marcharse a toda prisa...

Krenee se vino abajo...

No, no es nada fácil esta relación... Ambos se aman, se aman hasta donde no se puede amar más, están hechos el uno para el otro y son inmensamente felices juntos.... Pero la vida real no es un sueño y está llena de inconvenientes... Y parece que el destino, que sin duda les ha hecho el uno para el otro, se empeñe en poner barreras y dificultades a su relación....

Tim se marchaba y sería otra vez una larga separación. Además ambos sabían que durante un tiempo él no podría llamarla como lo hace de costumbre.. A última hora de la noche, él la llama y pasan a veces 2 horas hablando por teléfono. Ambos acostados, cada uno en su cama, a muchos kilómetros de distancia.. pero empiezan a hablar, a amarse y parece como que esa distancia no existiese. Se sienten como si estuviesen al lado, y cerrando los ojos casi sienten que se tocan, y se aman, y al final, ambos acaban durmiendo sintiendo que duermen abrazados....

Pero cuando Tim no puede llamarla así, cuando el stress, el trabajo, las circunstancias de la vida real hacen que no pueda llamarla de esa forma, durante un periodo largo de tiempo, Krenee se viene abajo..

Tim se preocupa y se asusta.. La llama constantemente pero sólo puede hablar unos minutos, la llama para recordarle que la quiere, para pedirle que no olvide que él está ahí con ella, para pedirle que le sienta, y para pedirle que tenga paciencia....

Pero a Krenee en esas circunstancias le cuesta sentir a Tim.. Por supuesto sabe que él la quiere, como ella le quiere a él, pero ve la relación, la analiza.. No es fácil.. A veces piensa que llegará un día en que puedan vencer todos los obstáculos y estar juntos para siempre, y a veces piensa que no, que nunca lo conseguirán... Y mientras tanto la vida les va poniendo cada vez más obstáculos...

Tim se desespera.. A él también le gustaría poder estar más tiempo con ella, y además tiene miedo...

Sabe que en la vida de Krenee hay muchos pretendientes.. en su trabajo, en su vida real, en internet.... Y Tim teme que Krenee se canse de tanta dificultad y decida intentar rehacer su vida con otra persona.....

Krenee sabe que su relación no es fácil.. Contrariamente a todo lo que se pueda creer, nada ha sido nunca fácil para ella. Considerada por muchos como "la caprichosa niña de papá" Krenee ha tenido una vida difícil, que en momentos como éstos analiza, y de la que hace balance...


Krenee recuerda su infancia. Hija de una familia de la alta burguesía, tuvo una educación destinada a ser una digna "señorita/señora" representante de la esfera social a la que pertenecía.

Vivió toda su infancia y parte de su adolescencia fuera de España, y vivió en un mundo mágico, en un bunker, protegida de todas las "maldades" del mundo.. Vivía rodeada de sus hermanos (son seis) y con el inmenso amor de las nanis que les cuidaban, y la vigilancia (de lejos) de unos padres ausentes demasiado ocupados como para hacerles caso.

Krenee tenía todo lo que quería.. Cualquier capricho material era inmediatamente satisfecho. Tenía todos los juguetes que se pueda uno imaginar. Tenían un inmenso desván tan grande como toda la casa, en donde se podía hasta patinar, y había incluso una mesa de ping-pong. Pero a ella no le gustaban los juguetes, no sabía jugar con ellos..Solo de vez en cuando jugaba a los vaqueros con sus hermanos, o se subía a los árboles, o jugaba con los soldaditos de plomo, que Krenee recuerda muy bien cómo torturaban su hermano y ella (Krenee sabe que no es la única en su familia con esta fantasía...).

A Krenee le gustaba leer y escribir, aunque luego rompía lo que escribía para que nadie lo leyera.. ya que lo que escribía eran tiernos cuentos en donde los niños protagonistas eran amados, queridos y comprendidos por sus padres.. Y ella, ya desde muy pequeña era una niña dura, con fuerte carácter y mucha personalidad. No quería que nadie descubriese nunca lo "blandita" y sensible que era en realidad, por eso rompía sus escritos y por eso se mostraba cada vez más dura, más fría, para no dar a entender que se moría por un beso, por una caricia de sus padres, por quien ella se sentía absolutamente ignorada..

Toda su infancia y su juventud fue una constante lucha por llamar la atención, y en sus sueños más ocultos, se sentía querida y comprendida...¿Intentaba llamar la atención para buscar el cariño, o solo para dejar de sentirse tan ignorada??

Krenee creció al revés de cómo se esperaba que fuera...

Ella debía ser una señorita bien...Pero Krenee había renunciado a eso desde hacía muchos años. Su hermana mayor, ocupaba ese puesto, era muy guapa y "el ojito derecho" de papá..Hacía a las mil maravillas ese papel y Krenee nunca podría superarla...

Su sentido de la competitividad (muy desarrollado en familias numerosas y sobre todo cuando no eres ni el mayor ni el pequeño, sino que ocupas el grupo intermedio o a lo sumo el grupo de "la cola".. el de "los pequeños") desde siempre se había dicho que en ese terreno no tenía nada que hacer, a lo sumo, ser una segundona, así que debía buscar otra fórmula para llamar la atención...Y lo hizo...Krenee era una señorita que se comportaba a todas luces como un gamberro señorito.. Incluso en Navidad para que apareciera en la tradicional foto del árbol con una muñeca (de su hermana), su padre tenía que darle dinero...

Ella se dedicaba a patinar. Parecía que hubiese nacido encima de unos patines, jugaba con ellos al baloncesto e incluso hacía con ellos el pino y la voltereta lateral.. Jugaba al football con sus hermanos y los amigos de sus hermanos y no era fácil que nadie le metiera un gol.. Todo el mundo se la rifaba de portera para los equipos. No le tenía miedo al balón e incluso se tiraba como una fiera a pararlo por muy fuerte que llevara la trayectoria..

Peleaba a puñetazos con chicos mayores que ella..Se pasaba la vida subida a los árboles por muy altos que fueran...

El hospital no fue desconocido por Krenee durante su infancia.. Casi fue su segunda casa...Aún conserva recuerdos de aquellas "batallitas": 14 puntos en la frente, 2 puntos en la ceja izquierda, 3 puntos en la ceja derecha, 7 puntos debajo de la barbilla, 3 puntos en la rodilla derecha, la nariz fracturada, y ambos brazos y piernas varias veces escayolados....

Si.. Krenee era terrible... terrible. No le tenía miedo a nada...

A Krenee le gustaba leer y pasaba mucho tiempo encerrada en su habitación leyendo y soñando. A los 11 años había leído las obras completas de Oscar Wilde de la biblioteca paterna (que contiene unos 5.000 volúmenes, o más). Su padre en aquella ocasión la miró leer pero no dijo nada. Un año después, a los 12, la sorprendió leyendo "La República", de Platón. Entonces sí se paró delante de ella, la miró con sus bellísimos ojos color cielo, y le preguntó:

-Pero ¿Cómo lees eso?, No te enterarás de nada.

-Claro que me entero, además me gusta Platón..

Su padre intrigado y sorprendido, le dijo

-A ver, cuéntame lo que has entendido...

Krenee no lo podía creer.. ¡Por fin su padre le dedicaba un poco de atención!..

Le habló del mito de Las Cavernas, de las sombras que representaban el subconsciente, le hablo de Grecia, de la cultura clásica, y su padre se quedó maravillado..No lo podía creer.. Y fue a partir de ese momento que Krenee empezó a ser "algo" y a sentirse "alguien".

En las fiestas y recepciones que sus padres daban en casa, antes nunca Krenee había asistido.. Su hermana sí, y los mayores.. Salían a saludar, vestidos con sus mejores galas, y luego volvían al desván con los pequeños "impresentables".. Pero a partir de ese día, su padre la hacía salir y le hacía preguntas delante de los señores (en ese tipo de sitios las señoras están por un lado hablando de "trapitos" y de la vida de los demás, y los señores a otro lado hablando de política generalmente)...Su padre la hacía salir, ella saludaba y luego su padre le hacía preguntas de historia, literatura, arte etc... para que todo el mundo viese lo "inteligente" que era su hija....

Krenee que había descubierto el camino para llamar la atención de su padre, ya nunca lo dejó.. Se dedicó a estudiar como una loca, a leerse todos los libros que podía de la biblioteca paterna, para nunca perder ese puesto... Sin embargo, aunque sí había obtenido el reconocimiento paterno, eso, ni mucho menos, le trajo el cariño con el que ella soñaba...

Creció y se hizo adolescente... Y llegó el momento de entrar en la universidad, y por tanto de volver a España, con los abuelos, en donde ya estaban sus hermanos sus hermanos mayores..

Cuando Krenee llegó se enfrentó con un mundo que no conocía y para el que no estaba preparada.. Aquello no era un bunker protegido contra viento y marea de los "males" del mundo.. Aquello era la selva.. Krenee aprendió que había gente que pasaba hambre, que había gente que tenía que trabajar para poder estudiar, Krenee conoció el mundo real y se estrelló, como se habían estrellado sus hermanos mayores, sintiéndose desplazados en un mundo para el que no habían sido preparados y donde el ser hijo de papá no te abre muchas puertas.. Sus hermanos (algunos) no llegaron a adaptarse ni a recuperarse del golpe y tuvieron serios problemas... Ella se hizo rebelde.. y se adhirió a un partido de izquierdas para luchar, en señal de protesta, contra todo lo que ella (su familia) representaba, y aunque no tenía aún la edad para militar en un partido, la aceptaron.

Estaban muy cerca las elecciones y Krenee trabajó con ahínco como voluntaria. Pronto los dirigentes se fijaron en ella, en su forma de trabajar y la llamaron para que ayudase más de cerca en aquella campaña electoral..

Krenee tenía 17 años, y aún soñaba con encontrar cariño..

No entendía por qué soñaba con un hombre tierno, que la tratara con todo el amor y la ternura del mundo, pero que fuera a la vez severo con ella. Le excitaba la idea de verse sobre las rodillas de ese hombre recibiendo una severa azotaina.. Le gustaba la idea de sentirse sumisa y obediente , pertenecerle...

Ella... Precisamente ella que era todo lo contrario!!!.

Cuando pensaba el porqué de esos sueños y deseos se enfadaba consigo misma.. Se sentía bicho raro.. , pensaba que no era demasiado normal....

No había tenido nunca una relación amorosa.. Siempre había estado demasiado ocupada estudiando y leyendo para impresionar a su padre y los chicos y los pretendientes, que nunca le faltaron, le habían dado igual..

Para la preparación de la campaña electoral, la asignaron como "secretaria" de uno de los dirigentes más importantes de aquél partido. Era bastante mayor que ella y había estado en la cárcel por sus ideas políticas. Era un intelectual (un mito casi) y Krenee se enamoró locamente de él. Se le caía la baba cuando le oía hablar. Fantaseaba con él como una loca... Y fue precisamente fantaseando con él cuando Krenee descubrió su sexualidad..

Ella no sabía nada de sexo pero intuía que su sexualidad no era en absoluto normal...

No podía creer lo que pasaba cuando aquél día, tras una reunión de partido, él la acompañó a casa, y justo delante de la puerta del chalet de sus abuelos, y aún en el coche, la besó ligeramente en los labios.....

Krenee vivía por primera vez el amor.....

Sus padres se enteraron de las actividades políticas, y de las "malas compañías" que llevaba Krenee, y decidieron llevarla al curso siguiente interna a una universidad del Opus Dei, (Religiosa)... Krenee no quería, pero no se podía oponer, era menor de edad, y debía obedecer las decisiones paternas...

Ella conocía un método que la libraría de aquello.. Era el único método....

Con apenas 19 años Krenee era ya una señora casada... Se marchó del hogar paterno, en donde toda su vida había sido una lucha constante por conseguir un poco de cariño, por conseguir ser "algo" o "alguien"... e inició una vida llena de sueños, de sueños de ternura, de amor... Sabía que él no la trataría con la severidad con la que la trataba el hombre de sus sueños.. Ella nunca le contaría a él sus fantasías, ni su sexualidad (El tema del sexo era tabú incluso con su marido que era un hombre con mentalidad "tradicional" en ese tema).. Krenee se avergonzaba de ellas e intentaba quitarse esas fantasías de la cabeza sustituyéndolas por sueños de amor y ternura... Pero...!Se estrelló casi en el viaje de novios!!!.

El no era cariñoso, nada en absoluto.. No era tierno, nada en absoluto...Y no le hacía ni caso....Krenee se preguntó por mucho tiempo por qué se había casado con ella..

Se fueron a vivir al pueblo de él.. Krenee no estaba acostumbrada a vivir en un pueblo...Hacía 50 km todos los días para ir a la universidad, trabajaba dando clases particulares, y llevaba la casa.. Suerte que su suegra cuidaba de la niña. De no haber sido así, ella nunca habría podido acabar la carrera...Pero la acabó, incluso el doctorado y con muy buenas notas; Tanto que la propia universidad le ofreció un puesto, .. pero su marido se opuso.. (¿Miedo a que le hiciera la competencia? ¿O miedo a que le vigilara??)

Su marido hacía su vida, estaba poco en casa y cuando estaba se encerraba en el despacho. Nunca hablaba con ella, le importaba tres pepinos lo que pudiera pasarle.. La ignoraba. A los tres años ella intentó separarse. Se fue a casa de sus padres e intentó el divorcio.. No hubo manera. Si se marchaba de casa perdería a la niña.. él la acusaría de abandono de hogar.. No estaba de acuerdo con el divorcio...Y para colmo su familia no la ayudó..!Una hija divorciada..Qué dirán los demás!!!!!!!
En España, en aquél tiempo.(hace unos 15 años), no era tan fácil divorciarse.. no lo era...

Y menos si eras mujer..Así que Krenee tuvo que volver a casa con la única esperanza de que cuando su hija fuese mayor se marcharía de allí para siempre...

Tras el intento de divorcio por parte de Krenee, las relaciones con su marido empeoraron sensiblemente.

Unos años más tarde, Krenee encontró trabajo.. Ya que no podía trabajar en nada relacionado con su profesión, trabajaría en algo que no tenía nada que ver con ella, y entró a trabajar en una gran empresa...

Su vida familiar era un desastre y Krenee se dedicó a su trabajo en cuerpo y alma, y a su hija.. No quería que su hija creciera falta de cariño como ella, así que, aunque Krenee trabajaba mucho, y la niña estaba siempre con su suegra, sacaba tiempo de donde fuera para estar con su hija.. Los fines de semana se los dedicaba enteros. La llevaba a la feria, se montaba con ella en todo, la llevaba al cine, y juntas vieron y lloraron con todas las películas de Walt Disney. Por las noches, después de bañarla y darle la cena, se acostaba con ella en su cama y le leía un cuento (Así se ha aficionado a la lectura, cosa rara en los adolescentes de hoy en día)... Krenee estaba muy pendiente de su hija, quería que le contara todo, y Krenee se implicaba en todo y hacía sentir a la niña que todo lo que le contaba a su madre era importante para ella. Krenee vivía las relaciones de su hija, su evolución en el colegio, la animó cuando la niña quiso hacer gimnasia rítmica...Vivió junto a ella su primer "enamoramiento", con solo 7 años...Y fue, en definitiva, más una hermana, una amiga, que una madre...

Krenee se dedicó a trabajar duro y fue subiendo en poco tiempo.. La nombraron jefa de oficina.. Era la única jefa de oficina mujer de su empresa, y además la más joven.. Solo 27 años....Estaba orgullosa de sí misma. Trabajó con todas sus fuerzas y triplicó en poco tiempo los resultados de su zona, de forma que su zona fue creciendo y creciendo, y llegó a tener varias oficinas más pequeñas dependientes de ella...

Supo hacerse querer por los clientes, supo hacerse respetar por los jefes y compañeros, y supo sobrevivir a las envidias, puñaladas por la espalda y zancadillas constantes....Hasta que un buen día, la dirección de su empresa cambió.. y nombraron a un equipo que menos personas decentes eran de todo...

Krenee marchó a trabajar a la capital... debía hacer 50 km para ir a trabajar, y, bajo unas tensiones tremendas...

Por otro lado, una casualidad de la vida, algo inesperado, vino en su ayuda...Krenee nunca había vigilado a su marido, ni nunca había intentado saber qué hacía fuera de casa. Ella no es curiosa y nunca había "curioseado" en sus cosas, ni le había buscado en los cajones, ni en el despacho donde pasaba el tiempo que estaba en casa...Quizás si lo hubiese hecho...

Por casualidad se enteró de la doble vida de su marido...

Fue un golpe para ella. Tuvo respuesta enseguida a la pregunta que eternamente se había hecho ¿Por qué se había casado con ella?.. Pues por que necesitaba buscar la apariencia de una persona normal, buscaba una fachada, y nada mejor que una jovencita inocente y estúpida inexperta para conseguirlo....

Krenee ahora comprendía por qué su marido nunca podría amarla..Pero jamás comprendió por qué no fue sincero, ni por qué no le pudo dar, al menos, un poco de ese cariño que ella necesitaba....Pero esa es otra historia..

Krenee por fin se pudo separar...O se separaban de mutuo acuerdo, o tenía motivo de sobra para hacerlo, incluyendo la anulación eclesiástica...

Se separaron de mutuo acuerdo...

Ella habló con su hija que apenas tenía 11 años....La niña le dijo que no es que quisiera más a su padre que a ella, pero que si se iba con ella, a la capital, estaría todo el día en un colegio, y estaba acostumbrada a la vida del pueblo, a jugar en la calle, a ir y venir sola del colegio (que estaba al lado de casa de la abuela) y a sus primos que se habían criado con ella... así que decidía quedarse con su abuela..Krenee, que estaba en su derecho de llevarse a la niña por la fuerza con ella, comprendió a su hija, y con el corazón destrozado, hizo la maleta, (solo metió en ella su ropa), y se marchó a escondidas, como una ladrona, como una delincuente.. No habló con nadie, no le contó a nadie los motivos de la separación (Aún hoy sigue guardando silencio a ese respecto)..Sabía que todo el mundo la haría a ella responsable, pero le daba igual No quería hacer daño ni a su marido, ni mucho menos a su hija, así que se marchó sin hablar con nadie, sin dar explicaciones...Incluso su familia se enteró que se había separado cuando ya llevaba 3 meses viviendo sola. Tenía un acuerdo con su exmarido.. Si su familia llamaba (que no lo hacia nunca, ya que era Krenee quien llamaba siempre) que les dijera que estaba trabajando y que inmediatamente la llamara.. Así pudo ocultar durante 3 meses que vivía sola, en la capital...

Fue adaptándose a su nueva vida y a su nuevo puesto de trabajo..No se llevaba bien con la nueva dirección de la empresa.. Hubo muchos problemas, y aquella "banda de mafiosos y maleantes" hicieron mucho daño a la gente. Sembraron el miedo, y Krenee se dedicó a hacerles la guerra.. Luchó contra ellos y se convirtió en la defensora de sus compañeros, y precisamente, por defender a un compañero, (la dignidad de un compañero), estuvo a punto de perder el empleo...

Por lo demás vivía encerrada en su casa.. No quería salir con nadie ni ver a nadie. De vez en cuando se subía al coche y se iba a ver a su hija..La echaba de menos, aunque la niña pasaba los fines de semana con ella..

Además Krenee se sentía insegura como mujer.. Sabía ( ahora lo sabía), que el fracaso de la vida sexual ( Krenee y su marido apenas tuvieron vida sexual.. podían pasar meses y meses, y las pocas veces que lo hicieron fue deprimente.. sin ningún juego previo, y tan deprisa, que cuando Krenee se quería dar cuenta, se había terminado. Además Krenee, sin saber mucho de sexo, se daba cuenta de que ella no excitaba a su marido para nada, y se echaba la culpa por ello)..Ahora sabía que aquello no era culpa suya, pero había pasado 11 años culpándose por ello. Tenía muchos complejos.. Sus fantasías sexuales relacionadas con sumisión y azotes, su sexualidad desbordante.. Krenee pensaba que todo eso había sido el motivo por el que la relación con su marido no había funcionado. Durante 11 años quiso quitarse las fantasías de la cabeza, y no podía.. Sufrió mucho por tenerlas, y se fue culpabilizando.. Si, Krenee tenía un tremendo sentido de culpabilidad, y una agobiante inseguridad en sí misma como mujer.. Era muy joven.. Había vivido la década de los veinte años en un infierno y se había culpado a sí misma, había puesto en duda su feminidad y había aceptado ser un fracaso como mujer.. Krenee no se sentía segura como mujer por mucho que ahora supiera y comprendiera que todo aquello no había sido culpa suya...

Un día después de una reunión de trabajo, fueron todos a cenar y luego a tomar una copa. La llevaron a un local.. Allí había un grupo de cuarentunos (tunos de 40 años) que hacían la ronda..

Uno de ellos conocía y era amigo de las compañeras de Krenee.

Él se fijó en Krenee y estuvo rondándola toda la noche.. Incluso se arrodilló a sus pies para dedicarle en público una bella canción de amor....Luego, como conocía a las compañeras de Krenee, supo donde trabajaba, y le puso cerco...Tardó varios días en conquistarla...

A Krenee le gustaba aquél chico (también bastante mayor que ella).. Tenía fama de conquistador (y lo era).. pero no se atrevía a salir con él.. Krenee no se sentía segura. Sabía que era una inexperta en cuanto a temas sexuales y tenía miedo de hacer el ridículo delante de él...

El tuno, consiguió que aceptara una invitación para cenar (Solo para cenar.. Sabía que Krenee no era una mujer fácil...)
Krenee se debatía en su interior.. Por supuesto no pensaba contarle nada de su vida ni mucho menos de sus fantasías..le gustaba el chico, pero ¡se sentía tan insegura!!!

Después de la cena fueron a bailar, y bailaron pegaditos..Cuál no sería el comportamiento de Krenee, que el chico le preguntó:

-¿Eres virgen?? Si lo eres no te importe.. No te avergüences de ello...

Krenee se avergonzó muchísimo, y no por ser virgen precisamente..

Se inició una amistad entre ellos y al final, Krenee acabó contándole un poco de su vida y de su inseguridad .. Por supuesto no le contó jamás nada acerca de sus fantasías ni de su sexualidad..

Él la entendió..y la ayudó..

Krenee vivió por primera vez una sexualidad normal y se sintió normal..Poco a poco fue ganando confianza en si misma..
Le hacía preguntas que a veces parecían ridículas, y él trataba de explicarle y decirle todo lo que ella debía saber. Krenee nunca había hablado de sexo con nadie y le daba una vergüenza terrible, pero quería saber, necesitaba saber.. Al final, como le daba mucho corte hacerle demasiadas preguntas a él, Krenee se compró una enciclopedia de sexo de 12 videos, y se decidió a ver algunas películas "porno" de las que ponen en la tele a altas horas de la madrugada. Para ello se compró un aparato de video y le pidió a su hermano una vieja televisión que ya no usaba. Krenee no tenía televisión porque jamás la ve.. Es más la odia...Pero en esos tiempos la usó, y se puso al día en todo lo que a sexualidad se refería.. Ya no se sentía insegura..Pero tampoco se consideraba una mujer normal.. Nada de lo que había visto ni estudiado se parecía a su forma de sentir su propia sexualidad ¿Sería ella el patito feo? ¿Habría alguien más de su especie o era un ejemplar exclusivo en el mundo??

Le dio muchas vueltas a esa cuestión y al final decidió no preocuparse más y aceptarse a sí misma como era..Ya había intentado todo por quitarse esas fantasías de la cabeza y no había podido, así que ¿Para qué nadar en contra de la corriente??. Sencillamente dejó de darle importancia al asunto, y punto final..

Su relación con el tuno se prolongó 3 meses.. hasta que al final, él quiso pasar de una simple amistad a algo más, y Krenee no quería.. No.. Krenee no había superado aún nada, y no estaba preparada para una relación más seria...Además ella le apreciaba mucho, pero no estaba enamorada, así que.. la relación terminó.

Al poco tiempo( solo unas semanas de la ruptura con el tuno) su hermano le presentó un amigo..Parecía un buen chico.. y trabajaba en un pub.. Trabajaba la noche, ya que ese pub cerraba a las 7 de la mañana...

Se hicieron amigos y salieron algunas veces..(No se acostaron)..

El le hizo conocer a Krenee el mundo de la noche, y a Krenee ese mundo no le gustó..

El le confesó un gran problema: era alcohólico, y le pidió ayuda para que le sacara del alcohol ya que no tenía a nadie que le pudiera ayudar...

Krenee, que quizás sentía su maternidad frustrada, le adoptó como "hijo" y le ayudó a salir del alcohol. Ayudar a una persona a dejar el alcohol es algo muy duro y muy difícil..Sobre todo porque esa persona se vuelve contra ti..Y es muy duro. Krenee centró su cariño y su esfuerzo en él.. Llegaron en algunas ocasiones ( no muchas) a hacer el amor.. pero.. fue un fracaso...También con este chico, el sexo era demasiado rápido.. no había juegos previos.. Solo era "Vini, vidi, vinci".. Antes de que Krenee se diera cuenta, todo se había acabado ya.. A los pocos meses de haber dejado el alcohol totalmente Krenee sintió cómo el chico se alejaba de ella. Ya no la llamaba nunca, no quería salir con ella, apenas le veía.. Un día el médico que le estaba tratando la llamó y le dijo que él no había vuelto a aparecer por la consulta.. Krenee comprendió y por otra gente supo que no sólo había vuelto a caer en el alcohol sino que tambi&eac
Autor: Krenee (krenee31@hotmail.com)



Katy llegó a casa. Estaba cansada. Había tenido una durísima jornada de trabajo, y además había dormido muy poco la noche anterior. Había estado hablando hasta muy tarde por teléfono con Bernardo.

Cuando él tenía que salir de viaje, ella prefería los días así; con mucho trabajo, con mucha actividad. Se le pasaban más deprisa. Por las noches hablaban durante horas por teléfono. Se sentían muy cerca el uno del otro a pesar de la gran distancia que les separaba.

Katy tenía ganas de verle. No resistía estar demasiado tiempo separada de él. Afortunadamente, ya quedaba poco. Él volvía al día siguiente.

Como le había prometido, le llamó en cuanto llego a casa.

- “¿Estas cansada?” Preguntó Bernardo.

- “Si, mucho” Respondió Katy.

- “Vete a la cama y duerme”

- “Quería escribirte antes de acostarme”

Katy tenía la costumbre, cada vez que Bernardo salía de viaje, de escribirle antes de acostarse. Eran cartas tiernas, llenas de amor. A Bernardo le encantaban aquellas cartas. Todas las mañanas, al despertarse, saltaba sobre el ordenador para abrir el correo. Pero esa noche sabía que Katy estaba cansada.

- “Déjalo Katy, no me escribas. Estás muy cansada. Vete a la cama y duerme. Quiero verte en forma cuando regrese mañana.”

Katy se acostó, pero en su cabeza bullían mil cosas que habría querido decirle a su amor. Se levantó, se sentó frente al ordenador, y le escribió una corta pero preciosa carta de amor.

Al día siguiente, a primera hora de la mañana, él la llamó al trabajo.

- “¿Has dormido bien?”

Ella esperaba algún reproche, pero él no le dijo nada.

- “Sí, he dormido bien” contestó. Hizo una pausa:

- “Anoche te desobedecí”, añadió.

- “¿Me desobedeciste?... ¿Qué has hecho Katy?” Preguntó con voz severa.

- “Te escribí. ¿No has visto la carta?”

Bernardo no esperaba encontrar una carta de ella aquella mañana, así que no había encendido aún el ordenador.

- “Bueno señorita, esta noche arreglaremos eso”

Un cuarto de hora después la volvió a llamar. Con voz visiblemente emocionada le dijo:

- “Gracias por tu carta, me ha encantado, pero sabes que mereces un castigo por haberme escrito cuando te dije que no lo hicieras. Prepárate, arreglaremos eso esta noche”

Él sabía el efecto que esas palabras causaban en ella. La imaginaba palideciendo, el corazón acelerado, latiendo muy deprisa y un nudo en el estómago. No esperaba respuesta por su parte, porque sabía que ella se quedaba sin habla cada vez que él le anunciaba que la iba a castigar.

Ella fue a recogerle al aeropuerto. Llegaron a casa. Hablaron de muchísimas cosas, de todo lo que había visto él, de todo lo que había hecho ella, de lo que se habían echado de menos. Hicieron el amor hasta caer agotados uno al lado del otro. Estaban enlazados, la cabeza de ella reposaba en el pecho de él, y él le acariciaba la espalda. Katy estaba a punto de quedarse dormida cuando oyó que Bernardo le decía:

- “Tenemos un asunto pendiente ¿recuerdas?”

Un sudor frío recorrió su espalda, el corazón le dio un vuelco, pero no dijo nada.

Bernardo no esperaba respuesta. La conocía, sabía que no podía responder. Hizo una pausa y luego continuó:

- “Hemos quedado en comer juntos mañana ¿No es así?”

Katy asintió.

- ”Bien, entonces mañana irás a trabajar vestida con tu uniforme de colegiala. Te pondrás los pantys pero no llevarás bragas”

Katy tembló. Conocía esa sensación. No era la primera vez que Bernardo iniciaba un castigo así. Odiaba que la hiciera ir sin bragas a trabajar. Se sentía incómoda, insegura, no podía concentrarse en el trabajo. No podía olvidar ni por un segundo lo que le ocurriría al llegar a casa. Ella ocupaba un alto puesto en su empresa y necesitaba una gran concentración y libertad de movimientos. Recibía numerosas visitas a lo largo del día, salía fuera de la oficina a hacer visitas ella también, tenía que tomar decisiones importantes y su mente debía estar siempre ágil y despejada. Cuando él la obligaba a ir en esas condiciones la anulaba completamente. No podía dejar de pensar en él y en lo que le iba a suceder después.

Bernardo sabía eso. Para él tampoco era fácil pasar el día imaginándola en ese estado de ansiedad, vestida con la ropa que a él más le excitaba y sin nada debajo de los pantys. Eran sensaciones fuertes, muy fuertes. Las horas se hacían eternas. La llamaba constantemente a lo largo de la mañana. Algunas veces hablaban largo rato y se contaban ambos las sensaciones; otras veces sólo le decía “faltan .... horas ¿estás preparada?” y colgaba. Y en otras ocasiones dejaba sonar el teléfono dos veces y colgaba sin darle tiempo a ella a contestar. Su número quedaba reflejado en la pantalla líquida del móvil de ella. Sin necesidad de descolgar, ella sabía que era él.

La mañana fue terrible. Desde que llegó al trabajo Katy deseaba que llegase la hora de terminar. Las horas no pasaban y la ansiedad aumentaba por momentos. ¡Por fin acabó la mañana!.

Katy se fue rápidamente a casa. Bernardo la esperaba.

La abrazó y la besó :

- “Buena chica. Lo has hecho muy bien, pero sabes que a pesar de todo, tengo que castigarte severamente por haberme desobedecido”

Katy asintió. Sabía perfectamente lo que significaba “severamente”.

- “Tráeme el cinturón” le dijo Bernardo.

Katy se dirigió al dormitorio, cogió el cinturón marrón que él guardaba en el armario. Era un cinturón de cuero largo y ancho que utilizaba exclusivamente para azotarla cuando ella se portaba mal. Le llevó el cinturón a Bernardo.

Él la abrazó tiernamente y la besó. La condujo hacia la mesa y la reclinó con el pecho bien apoyado en ella. Le subió la falda y se la recogió en la cintura, le bajó los pantys hasta las rodillas. Pasó sus manos por las nalgas de ella y la hizo inclinarse aún más, de manera que su trasero quedase bien en evidencia. Pasó suavemente el cinturón por sus nalgas, despacio, para que ella lo sintiera bien. Se alejó unos pasos, dobló el cinturón por la mitad y empezó a azotarla con golpes fuertes y no muy rápidos. Repartió los azotes por toda la superficie de su trasero que iba acusando las marcas rojas que dejaba cada azote.

Tras 20 azotes fuertes, Bernardo paró, se acercó a ella, le acarició las nalgas que estaban ardiendo. La incorporó y volvió a besarla. Al oído le susurró:

- “Te quiero. Estoy loco por ti, pero sabes que el castigo aún no ha terminado”.

Katy lo sabía. Sabía que le esperaba un largo castigo que no había hecho más que empezar.

Bernardo la condujo la cuarto de baño. La desnudó entera y se desnudó él también. Preparó un baño caliente con mucha espuma. Se bañaron juntos. Se acariciaron, jugaron, se hicieron mil arrumacos. El salió del agua, se secó y se marchó del cuarto de baño. Ella sabía que debía permanecer quieta hasta que él se lo ordenase. Bernardo volvió unos minutos más tarde con una cuerda y con la vara.

Katy temblaba, un escalofrío recorrió su cuerpo dejándola paralizada.

La hizo levantarse, le ató las manos y pasó la cuerda por el soporte de la ducha. La sacó de la bañera. En esa posición sus pies apenas rozaban el suelo, y la presencia de la bañera la obligaba a mantenerse inclinada, con las nalgas bien expuestas. Sin secarla, le dijo:

- “Vas a recibir 20 azotes con la vara. Quiero que los cuentes, uno a uno, con voz alta y clara. No grites. Por cada grito que des, recibirás un azote más”

Volvió a besarla y se alejó.

Tomó impulso y con todas sus fuerzas dirigió la vara justo en el centro de las nalgas. Ella sintió un tremendo dolor que se iba expandiendo por todo el cuerpo. Contó el primer azote y procuró no gritar.

Uno a uno los azotes se fueron sucediendo, fuertes, lentos, espaciados para que ella pudiera sentirlos bien.

A partir del número 15 ya no podía más. Sus nalgas estaban ardiendo. No pudo ahogar el grito que salió de su garganta. Gritó en 5 ocasiones, lo que le valió 5 azotes más.

Bernardo paró, se acercó a ella, la metió nuevamente en la bañera y la desató. Pasó la ducha tibia por todo su cuerpo para quitarle los restos de espuma y dejó correr el agua, enfriándola un poco, por sus nalgas, aliviando así el dolor.

La sacó de la bañera y la secó. La abrazó, se apretó contra ella. Ella notó su excitación y su deseo. La tomó en sus brazos y la llevó a la habitación. Se sentó en la cama y la sentó sobre sus rodillas. Besándola y acariciándola le susurró.

- “Queda la última parte ¿Crees que aguantarás?”

Ella asintió.

La giró y la colocó boca abajo, atravesada sobre sus rodillas. Ambos estaban desnudos. Sus intimidades se rozaban.

Con la mano izquierda Bernardo le sujetaba la espalda, con la derecha le acariciaba las nalgas, la espalda, las piernas, entre las piernas. Cuando ella menos se lo esperaba, empezó a descargar una lluvia de azotes rápidos y fuertes sobre cada nalga. Ella se movía con cada azote, y a cada movimiento se rozaban sus partes íntimas. Ambos estaban muy, muy excitados. El, sin dejar de azotarla con la mano derecha, le acariciaba la entrepierna con la izquierda. Sabía que estaba ya muy cerca el momento que tanto deseaba. ¡Y llegó por fin! Ella explotó, con ese estallido intenso, violento y salvaje que enloquecía tanto Bernardo y que anunciaba el fin del castigo y el principio de una larga y salvaje noche de amor.
 
 

FIN

                 "Tres moricas m´enamoran en Jaén,
                  Aixa, Fátima y Mariem
 
                  Tres moricas tan garridas,
                   fueron a coxer "olivas",
                   y encontráronlas coxidas en Jaén
                   Aixa, Fátima y Marien.
                   - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -
                   (Romance anónoimo)
                              oooOooo
 
Las tres moricas se encaminaban a Jaén cuan-
do se encontraron a Florián, Florín y Florestán,
tres fornidos labriegos de buena planta.
Preguntáronle a las mozas que qué hacían por aquellos pagos. A ello,les respondieron que iban a coger olivas a Jaén.
 
--Pero, no necesitais ir hasta allí para cogerlas -- dijo Florián. Muy cerca de aquí se
encuentra un olivar grande del que podéis tomar
todas aquellas que queráis--
 
--No son esas la clase de olivas que nosotras buscamos-- contestó Mariem entre risas.
 
--Venid con nosotros hasta el olivar que, tal vez
allí, con nosotros, encontréis las que buscáis--
contestó Florestán, tambien con risas.
 
Se animaron las moricas a seguir con aquellos
simpáticos galanes hacia donde ellos decían.
 
El corto camino hasta el olivar, lo aderezaron
con bromas y requiebros. Los ojos de los hombres brillaban iluminados por la belleza de
las jóvenes. Tampoco ellas parecían indiferentes al gracejo y la apostura de los hombres.
 
Una vez en el olivar, Florín sacó de su zurrón
nueces, almendras, jamón y pan que ofreció a las muchachas. Florestán aportó una gran bota de vino.
 
Sentáronse sobre el suelo y dieron buén fin de
todo.
 
Poco a poco, ellos fueron tomando confianza para acercar sus manos a los cuerpos morenos
de las muchachas. Con risas y mohínes, ellas
se dejaban tocar o no: se dejaban cercar, se alejaban, corrían o caían al suelo como cansadas.
 
Los hombres, enardecidos, cada vez eran más osados en sus intentos:  una mano a un pecho;
otra a las caderas........
 
Ellas se reían pero no  permitían incursiones a lugares más recónditos y secretos de sus cuerpos.
 
En el paroxismo de su deseo, los jóvenes hacian esfuerzos por tumbarse junto a  ellas sin éxito alguno.
 
Ellas forcejeaban entre risas y protestas
Enfurecidos y ardiendo, los jóvenes no cejaban en su empeño: ora arriba, ora abajo, cada uno a su manera trataban de reducirlas.
 
Poco a poco, pese a la negativa de las mozas, más fingidas que reales,los tres hombres consiguieron sus propósitos.
 
A esas alturas, las ropas de ellas se encontraban alborotadas y mostraban de sus cuerpos más  de lo que la decencia permite.
 
Cada uno de ellos sujetó a su presa y, enardecidos por la vista de muslos y traseros desnudos, ante la negativa de las moricas  a
acceder a sus deseos, como si se hubieran puesto de acuerdo misteriosamente, al unísono,
comenzaron a darles fuertes palmadas en sus culos y piernas con frenesí creciente.
 
Ante éste ataque, Aixa, Fátima y Mariem se defendieron con uñas y dientes no con mucha firmeza. Gemían, se quejaban sin que a los muchachos pareciera importarles lo más mínimo.
 
Tras un buen rato de lucha, ellas, con risas ahogadas y, mirando pícaramente a los muchachos, dejaron de defenderse y, una tras otra, se tumbaron boca abajo. Ante tal invitación, ellos recomenzaron la azotaina con verdadera dedicación y no pararon ni cuando aquellos morenos y atractivos culos estuvieron de un color rojo subido. Aún pasó un tiempo para que pararan de palmear aquellas glorias de nalgas.
 
En tanto, Aixa, Fátima y Mariém aceptaban el castigo entre gemidos, risitas y miradas burlonas hacia sus castigadores que no cejaban en su misión. Ellas se miraban con gestos de complicidad.
 
Llegado un cierto momento, Florín comenzó a acariciar las nalgas de su víctima, a besarla en el cuello, en la boca y en los pechos que, para entonces, ya asomaban por su escote.
A él le siguieron sin tardanza Floreán y Florestán.
 
Los besos y las caricias se sucedían sin cesar.
Ellas participaban en el festín devolviendo cada beso y cada caricia.
 
No tardaron Floreán, Florín y Florestán en tomar posesión del tesoro de Aixa, Fátima y Mariém.
 
Durante algunas horas, todos se alimentaron de los frutos del amor. De tanto en tanto, volvían
los azotes ante el regocijo de todos.
 
Este romance que empezó como anonimo acabó con nombres propios y de forma diferente a como el autor lo pergeñó.
 
Por fín Aixa, Fátima y Marien consiguieron las olivas que  deseaban sin necesidad de llegar a Jaén.
 
En Madríd, a 19 de Abril de 2005.
 
JANO.

 

Hacía rato ya que los pasajeros del bimotor habían notado el mal fucionamiento de uno de ellos cuando, de repente, se produce la explosión, convirtiendo la hélice y parte del ala en una bola de fuego. El pasaje del avión era, ahora, víctima de la histeria colectiva. El comandante de vuelo, sumido en un grado total de impotencia, solicitaba de sus subordinados la colaboración para preparar a los ocupantes, ante un aterrizaje forzoso. Había visto, muy cerca, un claro donde sabía que tenía que hacer posarse a semejante pájaro mecánico, herido en una de sus extremidades superiores.

Había alcanzado un nivel y ángulo de horizontalidad bastante bueno, cuando el tren de aterrizaje tomó tierra. Sabía que, las ruedas, no le iban a servir de mucho, pues quedarían amputadas a poco que rodaran por semejante terreno; pero al menos, pararían el primer impacto, con la toma de contacto. Así fue y cuando parecía que el fuselaje iba a guantar la temperatura por fricción, un árbol apareció, de repente, en la trayectoria del ala que aún se conservaba entera, provocando que ésta se destrozara, por completo, al tiempo que hacía que el avión se pusiera a dar vueltas y trombos, sobre si mismo. Otro de los rascacielos de la selva puso fin a la agonía del aparato. La explosión rompió el equilibrio acústico del lugar, que sumado a la deflagración y a las llamas, provocó la estampida de más de uno de los habitantes irracionales del paraje. Una sucesión de explosiones, en cadena, evitó el incendio forestal.

A lo lejos una figura humana, de no se sabe qué procedencia, observaba los acontecimientos, desde la rama de una arbol.

Era un hombre alto, de complexión atlética, de cabello largo y negro. Como única prenda de vestir, una tela cubría su bajovientre y un cuchillo, de hoja larga y enfundado en cuero, colgaba de su cadera derecha. Sobre su espalda, un chimpancé se acomodaba encima de sus hombros, rodeando el cuello humano con sus extremidades inferiores. La mano izquierda del hombre sujetaba un bejuco, que distaba mucho de guardar perpendicularidad con el suelo. Ahora la acompañó con la derecha y agarrándose fuertemente, al vegetal elemento, se dejó caer en el aire, como si de un columpio se tratara, a la velocidad que la Gravedad le permitía alcanzar. Otro sonido volvió a romper la armonía del lugar, un sonido gutural con una increíble combinación de altos y agudos, que sólo podía ser emitido por alguien con una gran capacidad pulmonar. Tras la primera liana aparecía otra y luego otra que iban cumpliendo idéntica función y en menos tiempo que lo hubiera hecho otra persona, por vía terrestre, alcanzó el lugar de los hechos, apeándose de un árbol con la misma facilidad que el que se apea de un autobús.

No había rastro de vida humana. Cuerpos mutilados, quemados, aparecían esparcidos por el contorno.

De repente, su oído detectó el gemido de alguien. No era de nigún animal. Conocía todos y cada uno de los sonidos de la selva. Se volvió hacia el lugar, de donde provenía y se encontró con el cuerpo magullado de una chica, caído sobre un montón de hierba, ese tipo de hierba alta que el río se encarga de nutrir con sus abonos y minerales.

La curiosidad hizo acto de presencia en la mente del macho. Su cuerpo era frágil, de piel delicada y blanca, sus cabellos largos, como los suyos, pero más finos y rubios. Su cuerpo definía unas curvas que él no era capaz de reconocer en el suyo, pero que empezaban a atraerle de forma desmesurada. Las manos masculinas midieron los pechos femeninos sin ningún tipo de pudor, comparándolos con los propios. Con una serie de gestos y movimientos, pectorales, trató de conseguir que los suyos adquirieran el mismo volumen pero no hubo forma. Entonces se dio cuenta de que, como en las demás razas de animales, en la de él también había hembras. Ahora cambió lo que antes eran desconsiderados manoseos en suaves y tiernas caricias dactilares, que recorrían la piel, centímetro a centímetro, hasta culminar en los pezones. Había acabado de rasgar, pues se interponía en su camino, la parte superior del vestido, pero al llegar al sostén tuvo que comformarse con desplazarlo, hacia arriba, ante la imposibilidad de romperlo. Tras un largo acariciar, volvió al intento con el elástico del sujetador, hasta el punto de soltarlo, de golpe, contra la delicada piel de la chica, cosa que provocó un violento despertar en ella, hasta donde le permitía el aturdimiento.

Sus ojos se abrieron. Una silueta humana aparecía ante ellos, a muy poca distancia. Las formas y el estado de aquel ser le cortaron la respiración, volviendo a perder el conocimiento. Fue meneada, zarandeada, pero no despertó. Levantada en volandas, la acomodó sobre su hombro derecho y se dirigió hacia el árbol, por el que había aterrizado. Trepó por el, acompañado de su chimpancé y volvió a repetir el mismo recorrido, pero en sentido inverso y esta vez, en lugar de un simio, llevaba una hembra sobre sus hombros, su hembra. Esta vez, el trayecto fue más largo, por lo que el viaje duró más tiempo.

El regreso, al mundo de los vivos, fue algo más humedo en esta ocasión, pues era agua lo que sus ojos veían, ahora, al abrirse. Una gran cascada de agua, que provenia de una gran hoja de parra, bañaba toda su cara y sus cabellos, lo que puso fin a un sueño, un sueño que empezaba a espantarla, se ahogaba en el mar. Tras proferir un grito de pavor se incorporó, llevándose el puño a la boca, pero esta vez ya no se desmayó; el agua había hecho circular la sangre por todo su cuerpo impidiéndole el desvanecimiento. Intentó correr, hacia Dios sabe dónde, pero fue retenida. Intentó golpear, con los puños, el pecho del que creía su raptor, pero sus muñecas fueron inmovilizadas y volvió a volar sólo que, esta vez, sin avión. Amerizó en un pequeño estanque. Esto la encolerizó, la sacó de sus casillas, abandonó el líquido elemento y se dirigió a él con determinación. Su mano derecha, abierta, golpeó en el rostro del hombre, al que ahora pilló desprevenido y volvió a volar. Cansada ya de tanto baño inesperado, no dudó en repetir la acción anterior pero, en esta ocasión, no llegó a su fin. Fue atrapada, pero no por las muñecas. De repente se vio doblada, boca abajo, sobre el antebrazo izquierdo de su enemigo y sujetada contra la cadera del mismo lado. Un momento, aquella situación le sonaba a familiar aunque en esta ocasión más incómoda, por la falta de apoyo de cualquiera de sus extremidades y por la pérdida total del control sobre el equilibrio.

Tiene gracia, estaba a punto de ser azotada por un personaje, descendiente de sabe Dios qué personajes y más parecido, en sus modales y comportamiento, a un mono que a un hombre. Iba a ser azotada por aquel ser, al igual que lo había hecho su padre, años atras, al cometer alguna de sus travesuras.

No se lo podía creer, después de todo le hacía gracia. Pero no le hizo tanta cuando sintió el primer azote. El vestido aún le cubría la parte trasera del cuerpo, pero el agua se lo había ceñido al cuerpo, como si de goma se tratara. Agua que había saltado de la tela, del mismo modo que si la palmada hubiera sido contra la superficie del estanque. El impacto le escoció, lo que provocó su primera protesta, que de nada le sirvió. Los azotes iban sucediéndose y aumentando, paulatinamente en intensidad y en velocidad. Apenas tuvo tiempo para notar otra sensación que no fuera la del dolor. En algún momento, durante el castigo, su mano derecha intentó cubrir la zona dañada, pero un aumento de la inclinación en la parte superior de su cuerpo, la obligaron a llevar, instintivamente, la mano a su posición original, por la falta total de equilibrio. Haciendo acopio del resto de sus fuerzas, empezó a patalear, en un último intento por escapar de la situación. Pero lo que consiguió fue un mayor estrechamiento de su cintura contra la cadera del azotador, además de una mayor fuerza en los impactos. Su trasero empezaba a arder, aquello no acababa. Sólo cuando se le insensibilizó, empezó a notar ese calor interno que ella ya conocía y que empezaba a invadir el interior de todo su cuerpo. Los gritos, llantos y pataleos fueron menguando, a medida que dicho calor avanzaba, hasta convertirse en debiles ayes, que más eran de placer que de dolor. No pudo llegar al cllimax, pues él advirtió tal cambio de actitud colocándola, ahora, en posición vertical. Estaba exausta, intentó sentarse sobre una roca. Imposible, su pompis era una verdadera brasa, lo que la hizo reincorporarse a la velocidad del relámpago, cosa que él aprovechó para sujetarla por la nuca y la mandíbula y arrimar sus labios a los de ella.

Eso si que no! Sabía que si se dejaba llevar, la haría suya completamente, en cuerpo y alma. Pero tampoco lo pudo evitar. Ahora tenía que abrir la boca, Tarzán presionaba su nariz, con el rostro. Inevitablemente, sus lenguas se encontraron, haciendo que el extremo de la suya, acariciara el paladar de Jenny. Jenny, ahora entregada, sabía que había perdido la batalla, cuando la atracción mutua se había desbordado. Sabía perfectamente que él tenía bien sujeto el control de la situación, al igual que había tenido sujeto su cuerpo, momentos antes. Ante sus ojos se abría un nuevo escenario de la vida, en la naturaleza, sano, atractivo, pero con mucho camino por abrir y recorrer.


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