Escrito por: Antonio Carrasco (tonny1571@hotmail.com)
 
 
 

Hola, mi nombre es Tatiana, tengo 20 años bien llevados, como para describirme, les diré que soy de tez latina, cabello pardo claro, mido 1.65 cmts., no tengo mucho pecho, pero no me preocupa pues mi arma para conquistar chicos son mis caderas y mis piernas y como tengo un trasero algo carnoso, suelo vestirme con pantalones delgados y calzoncitos pequeños que suelen marcarse en los pantalones, así arranco varias miradas a los chicos de la Universidad donde curso el cuarto ciclo de Arquitectura; soy la ultima de tres hermanos, por lógica, la engreída de mis padres, ellos son muy buenos y nunca le pusieron una mano encima a ninguno de sus hijos; yo nací en la ciudad peruana de Cajamarca y vine a Trujillo a vivir hace dos años y aquí fue que... digamos... mi vida cambió.

Bueno, sucede que hace un par de años, vine a vivir a casa de mi tío Jorge, él es hermano de mi papá y bastante cariñoso conmigo, tiene una hija que anda por los 16 años, Patricia, esta terminando la secundaria y es tremenda, tanto así que a pesar de mi edad, ella me ha enseñado algunas travesuras que antes no se me habría ocurrido hacer.

Pues bien, sucedió allá por Junio del 2000, acababa de llegar a prepararme para el examen de ingreso a la Universidad y era muy obediente con mis tíos (o por lo menos eso creía yo), pero una noche, desperté por el ruido que había en la casa, cuando vi el reloj eran como las 2 am. y pasaba que mi tío le estaba propinando una señora paliza a mi prima por haber salido mal en los estudios; los gritos de dolor y suplicas de perdón de mi prima me asustaron tanto que apenas si atiné a regresar a mi cuarto desde donde se podía escuchar todo; de pronto el ruido cesó, y escuche los pasos de mi tío dirigirse a su habitación. Demás esta decir que no pude dormir esa noche; un poco por la impresión de haber oído lo que oí, pero luego esa impresión se fue transformando en curiosidad de saber lo que se sentía recibir una paliza tal, pero a la vez me repetía a mi misma “No Tatiana, ya tienes 18 años, ya no estás para que te estén pegando”; y luego “pero ¿será tan terrible en realidad?, ¿por qué mi papá nunca lo hizo si varias veces me lo merecí?”, en fin cosas así.

Bueno, había pasado ese fin de semana y el lunes, como de costumbre mi tío Jorge fue a trabajar pues es Contador, mi tía Clara también, ella es Enfermera, Patty al colegio y yo a la academia; pero en la tarde, mi prima salió de casa para hacer la tarea donde una amiga, a mi tía le tocaba guardia diurna, de manera que no regresaría hasta las 7 de la noche, así que estábamos solos mi tío y yo y entonces pregunté:

- ¿Castigaste a Patty la otra noche no es cierto?

- Si...la castigué.

- ¿No te da pena?

- Claro que me da pena hija, pero si no la corrijo ahora... en fin... lo que busco es que sea una chica de bien, definitivamente no quiero que creas que lo hago porque no la quiero.

- ¿Me querrán mis papas? (dije eso en pensando en voz alta)

- ¡Claro que te quieren tonta!, si no, no estarías acá estudiando

- Y ¿Por qué no me castigaron cuando me lo merecía?

- Vaya que a veces lo mereces; bueno, creo que Pepe (así se llama mi papá) tiene su propia forma de educar a sus hijos.

- Si yo fuera tu hija, ¿me pegarías también?

- ¡Claro!, para empezar por lo del Jueves, que debías llegar a las 6 de la tarde y te apareciste a las 9 de la noche, no te partí el trasero porque no eres mi hija que si no...

- ¿Si no...?

- Hay niña, te calateaba y te aseguro que ese short que traes puesto ahora, no te lo hubieras podido poner ni de broma, por lo menos hasta dentro de una semana.

- ¡Ups!.......Tío

- ¿Si mi vida?

- ¿Me tratarías como a una hija mas mientras viva en tu casa?

- ¡¿Qué?!

- Lo que oíste.

- No sabes lo que dices, para empezar, tendría que castigarte por haberme preocupado de esa forma el Jueves pasado y... no seria nada agradable para ti.

- No importa, mientras viva contigo... quiero ser también tu hija, recibir abrazos, besos, mimos y castigos si los merezco, estoy dispuesta vivir bajo tus reglas.

- ¿Por qué?

- Porque... no me quiero... seguir sintiendo una extraña en tu casa.

- ¡¿Te sientes una extraña?!, muy bien, pues... te voy a demostrar que no eres ninguna extraña.

- ¿A que te refieres? (para entonces un frió entró en mi estomago y un gran pánico se apoderó de mi, tanto que empecé a temblar, “hoy me cae”, pensé, pero a pesar del miedo, me sentía segura)

- Ya veras, ve para tu cuarto, te sacas el short, el calzón y me esperas sentada en tu cama yo ya voy.

- ¡¿Me vas a pegar?!

- ¡Si!...y ahora ve, antes que te lleve a rastras, quieres que te trate como a mi hija, pues así lo haré.

Miles de ideas corrieron por mi cabeza mientras subía las escaleras para llegar a mi cuarto o mientras me quitaba aquel short de Jean bien cortito que traía y peor cuando me saque el calzoncito, el frío de sentirme desnuda y el miedo me hacían temblar y a mi corazón latir tan rápido que parecía salirse de mi pecho; entonces entró mi tío, se paró frente a mi y me dijo:

- Tienes viviendo aquí tres meses, te he llamado la atención por llegar tarde hasta dos veces, pero claro, como no podía disciplinarte, has venido haciendo lo que querías; muy bien, a partir de ahora te voy a tratar como a una hija y cada vez que lo amerites, recibirás una zurra.(Entonces se quitó la correa doblándola en dos, por lo que yo no resistí el miedo, claro, me acordé de lo que había oído, así que me tire a sus pies suplicando)

- ¡Perdóname tío por favor!, ¡no me pegues, te prometo ser una chica buena y obediente, pero por lo que mas quieras no me pegues!

- Se que tienes miedo y no creas que no me duele, pero te lo mereces.

Entonces me tomó de un brazo haciendo que me ponga de pie, me dio la vuelta y me dijo:

- Si pones las manos, te doy dos correazos extra por cada ves que las atravieses ¡¿ENTENDISTE?!.

- S...si.

De pronto, el primer correazo cayó justo en el centro de mi hasta entonces, jamás azotado trasero WHAP, ¡AAAAAAAAAAYYYYYYYYYY, por favor tiito, perdóname, voy a ser puntuaaaaaall, no vuelvo a llegar tarde!.

- De eso estoy seguro Tatiana, me dijo y entonces empezó una andanada de azotes WHAP, WHAP, WHAP, WHAP, WHAP, WHAP, WHAP, WHAP, WHAP, WHAP, entre mis nalgas y mis muslos ¡UUUFFFF!, como arde esa condenada correa, sobre todo en mi caso que nadie me había puesto un dedo encima nunca; pero no importó cuanto llorara, brincara, gritara o suplicara, mi tío no se detuvo hasta que hubo contado 50 correazos que fue el castigo que para él yo merecía; pero ahí no quedó todo, pues por poner las manos y haberme tirado al piso en dos ocasiones, me dio 10 correazos mas en las piernas, creo que lo hizo a propósito para que no me pusiera el short que tenia, y que me quedaba bastante corto.

Cuando terminó, a lo primero que atiné fue a tirarme en el piso y frotarme frenéticamente mis pobres nalgas y mis rojísimas piernas, llorando peor que una niña de 5 años y es que el ardor era casi insoportable, pero el me levanto, me sentó sobre sus piernas, me besó, me secó la cara y me dijo:

- Ahora sabes lo que es ser hija mía y así será mientras vivas conmigo.
 
 
Desde esa tarde, han pasado dos años, ahora no me avergüenza confesar que la última zurra que mi tío me ha dado, ha sido hace una semana, por llegar algo mareada después de una fiesta en la Universidad, claro, no me pega mucho, y la verdad, me muero de miedo de sentir esa correa en mi trasero o mis piernas, y de vergüenza de tener que quitarme la ropa para que me zurren a mis 20 años; pero me siento querida y en familia, sí claro, amo mucho a mis padres, pero siento que en cierta forma gané un segundo papá.
 
 
 
 

FIN
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